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Vamos a dejar la Constitución más antigua de
Europa –que por cierto parece que son la
polaca y la catalana, con cierta afinidad inmotivada o desmedida con Catalunya
por parte del españolismo más rancio y frustrado- y centrarnos en lo que para
casi todos parece ser el pan nuestro de cada día…dánoslo cuando a “mi me
interesa”. Hablemos de los Estados Unidos de América del Norte hoy en
plena vigencia por el torbellino
presidencial.
Una Constitución – como La Santa
Constitución nacida en Filadelfia el 17 de septiembre de 1887-parece que ser,
en opinión de políticos ilustres y conspicuos o en tertulianos sabelotodo, que
es un ejemplo inmaculado, intocado y más
inamovible que la Santa Biblia, el Corán o cualquier Karma de por esos mundos.
Veamos…Desde aquel lejano 17 de septiembre, la Constitución Americana
ha sufrido 27 enmiendas –alguna muy primeriza-ejecutadas más o menos rápidamente
–pero ejecutadas, y por lo tanto se modificó la Constitución- aunque parece ser
que otra media docena de ellas llevan años y años discutiéndose sin llegar a un
acuerdo. Pero a la que vamos: La Constitución se modificó a modo y manera de la
mayoría ciudadana representada por sus sesudos senadores.
Aquí, en España se habla de la
Constitución y.. .¡oh!... pecado, ¡que no se mueva una coma!. “Miri, senyora
Camacho…La Constituciò es del poble i la va fer el poble!.” Pero ella no se
entera. “Senyors valencians. Molt bó
l´arrós y les taronges. Pero l’eixida es per sortir No per fer un altre
Montecarlo que ja ni ha un a Mónaco”.”Senyor Más. Catalunya vol treball, pit y collons. No més paraules…””
Señores de Extremadura. Si les devolvemos todos los extremeños que, por otra
parte ya son catalanes casi todos ellos, les crearemos un problema de mil pares
de cojones”. “Señores sevillanos –que
tengo muchos amigos, muchos- viva la Feria de Abril…la de Allí y la de Aquí
Pero me encantará ver un día bailar sardanas en el Parque de María Luisa. El
“pa amb tomaquet, por suerte para ustedes ya lo han descubierto. ¡Y lo que han
tardado!”
En Fin, Rajoy y todos los demás,
señoras y señores, incluido el Tribunal Constitucional, durante tanto tiempo
irregular, parcial y arbitrario: la Constitución, como lo demuestran los hechos
y como lo acaban de decir ustedes ahora, se puede –y se debe- cambiar, racionalmente. Pero para algo más que
para que una unión entre gays y lesbianas se llame matrimonio. Para algo tan
simple como que Catalunya y España, por ejemplo, además de protocolariamente,
separadas o no pueden, seguir estando unidas por lazos de sangre e historia. ¿Les
cuesta tanto entender esto?
Pensemos en algo muy fácil y lo
comprenderemos. Es mucho más útil acercarnos a los otros que hacer que los
otros se acerquen a nosotros. Históricamente,
la gloria de unos pocos ha sido
pensar, hablar, actuar y escribir bien. Lo penoso es que el deleite de la
mayoría es no haber hecho nada.
Y en esta guerra absurda en la
que hemos entrado –o nos han metido- recordemos solo una cosa. Una mentira – y
se dicen muchas-nunca vive hasta hacerse vieja.