Arantxa Sánchez Vicario presentó un libro del que se declara autora y que ya había despertado una expectación inusitada tan solo con el anuncio de su publicación. El tema malsano derivado de la ruptura absoluta de relaciones entre la tenista y su familia –padres y hermanos- reunió en la “Casa del Llibre “de Barcelona a ciento cincuenta periodistas identificados y fuera, en la calle, muchas otras personas interesadas en el tema y en ver a la campeona de cerca, al entrar y salir del lugar escogido para esa presentación oficial.
En principio se nos había vendido como una rueda de prensa en la que podían formularse preguntas al personaje, como es natural. Pero ya desde la tarde anterior se supo que no se admitirían esas preguntas y todo se resumiría en la lectura de un comunicado por parte de la propia interesada. Aunque a la hora de la verdad una representante de la Editorial que ha publicado la obra desgranó un insulso cuestionario inquiriendo detalles absolutamente innecesarios, cuya respuesta era muy conocida por la escasa docena de periodistas especializados que allí nos encontrábamos. Los otros, representantes de esa prensa que llaman del corazón –con o sin rigor, no lo sé- podían suponer la obviedad de las respuestas. En todo caso una pantomima que no le importaba a nadie porque lo que, prensa y público desean es que se aclaren conceptos acerca de esos millones de euros que Arantxa dice no saber donde están. Era momento para mostrar pruebas, evidencias, facturas, documentos, pagos, recibos, etc. que dejaran bien aclarado que pasa con todo esto. Y así poder hacerse una idea de cómo han actuado unos y otros. Que Arantxa dice que le han robado su juventud, que nunca ha sido dueña de sus actos y que su vida ha estado completamente fiscalizada por sus progenitores, en todos los sentidos, es algo que ya ha repetido hasta la saciedad.
En fin…La llamada rueda de prensa fue una tomadura de pelo. Un guiso como aquella sopita mal aderezada que se daba a los pobres en las puertas de algunos conventos. Si Arantxa se queja de que han sido sus padres los que la han utilizado en su niñez, adolescencia y juventud, acaba de caer en el mismo error: ha sido manipulada por unos asesores, que, mientras unos no saben, otros parece que tampoco quieren llevarla por el camino recto. Y entre los que no saben está la propia Editorial que en el dossier de prensa que nos entregaron al referirse a la autora – es decir, a Arantxa-aseguran que es “cuatro veces ganadora del Grand Slam” en categoría individual, lo que no es cierto. Tener el “Gran Slam” en tu carrera supone ganar los cuatro grandes torneos del mundo –Australia, París, Londres y Nueva York- en un mismo año. Un año natural. Arantxa ha ganado cuatro títulos de los que componen el “Grand Slam” :tres años en Paris y uno en Nueva York. Pero no ha reunido el “Grand Slam”. Afirmar esto es prueba suficiente del desconocimiento de editores, asesores, amigos y amiguetes de nuevo cuño.
Arantxa dice – y dice bien- que admiraba a su hermano Emilio. Puedo asegurar que le idolatraba. Lo que en la actualidad aleja a una del otro, es harina de otro costal. Pero Arantxa dice –y dice mal- cuando afirma que Elvira Vázquez es la “primera persona que confió en mí”. Esto no es exacto. Si Arantxa, como dice, es una persona agradecida, debe recordar que la primera persona que le ayudó en sus comienzos…fui yo. Y como ser humano, a uno también le agrada que se acuerden y consideren lo que ha hecho en esta vida. No para que me paguen por ello. Es una simple cuestión de sentimiento.
Yo era Director General de Publicidad y Relaciones Públicas de una multinacional, líder en el sector deportivo de la época: la marca “Ellesse”, un “made in Italy” que vestía de moda al deporte y al glamur de Hollywood. La hermana mayor de Arantxa, Marisa, jugaba –y jugaba bien- al tenis. Y mi empresa la patrocinaba y la vestía. Más adelante, a mi me nombraron Director General de Ellesse en España. Y Arantxa comenzaba a destacar, siendo una niña. Así que también comencé a vestirla, con lo difícil que ello era, puesto que nosotros no teníamos tallas pequeñas y había que acortar falditas, pantaloncitos y recoger las camisetas con imperdibles y alfileres, por la espalda. ¡Una auténtica obra de arte! Cuando la niña comenzó a cobrar un dinerito además de recibir toda la ropa que necesitaba, ese dinero, lógicamente, iba a parar a sus padres. Poco más tarde decidí hacer los trámites necesario para recuperar los Campeonatos Internacionales de España, Femeninos, que habían dejado de jugarse hacía ya algún tiempo. Ellesse los patrocinó y yo fui el primer Director. Como tal pude darle a Arantxa un “wild card” –invitación para los no iniciados-y que con ello pudiera jugar, dado que no tenía puntos WITA y no podía hacerlo. Como chica aplicada, voluntariosa y con futuro, se ganó esos primeros puntos en la cancha del Real Club de Tenis Barcelona y ya desde entonces fue admitida en torneos posteriores y comenzó la carrera profesional de la mejor tenista femenina que ha dado España.
Elvira Vázquez, por entonces a la cabeza de “Pasta La Familia” vino a verme y esa firma se convirtió en la segunda marca patrocinadora del “Trofeo Ellesse”. Con el tiempo, Elvira se involucró muchísimo en el tenis, en torneos, federaciones –catalana y española- jugadoras, con especial dedicación a la familia Sánchez Vicario y de manera muy específica con Conchita Martínez. Tiene razón Arantxa cuando le agradece públicamente, a Elvira, su dedicación al tenis. Yo también quiero destacarlo y recordarlo porque es de justicia.
El camino que a partir de aquel momento siguió Arantxa ya es público y notorio. A mi me llamaron desde la sede central de mi empresa, en Perugia (Italia)para proponerme que no renovara el contrato de Arantxa –que seguíamos pagando desde España- porque era decisión empresarial ampliar nuestra presencia en los Estados Unidos y para ello habíamos llegado a un acuerdo con la marca Reebock. Y en la negociación entraba el ceder los derechos de patrocinio de Arantxa que, a partir de entonces, pasó a percibir una remuneración mucho más elevada que se incrementó de inmediato con su primera victoria en Roland Garros.
Y fue allí mismo, en París, donde hice algo más para proyectar la imagen de Arantxa en el mundo. Le presenté a Bud Collins, el número uno de la información de tenis en USA. Tenía intención de conocer a aquella niña que prometía tanto. Figura de la TV y del prestigioso periódico “Boston Globe”, Bud le hizo una entrevista en profundidad, en la vieja sala de prensa de Roland Garros, que estaba situada en la esquina izquierda del fondo de la pista central más cercano a la Porte d’ Autiell. A cada pregunta de Bud, Arantxa me consultaba la respuesta. Cuando llegó lo de “¿qué aficiones tienes?”, me miró:” ?Qué digo?”. Y aquí comenzó un diálogo más o menos así:
-¡Yo que sé… !Dile que te gusta el deporte.
-Eso…Me gusta el deporte.
-¿Y qué deporte?. En España es muy importante el “soccer”, ¿no?
Nueva mirada inquisitoria de Arantxa.
-Dile que si . Que te gusta el fútbol.
-.?Y tú equipo favorito?
Dado que vivía en Barcelona pensé que debía contestarle que el FC Barcelona. En realidad Arantxa sabía poco de fútbol. Su padre creo que es del Atlético de Madrid. Collins siguió preguntando:
-¿Cuáles son sus colores?
Nueva mirada de Arantxa y esta vez fui yo quien respondí.
-Azul y rojo. Grana…
A la vuelta, en Barcelona, hablé con José Luis Nuñez, presidente del FC Barcelona y le dije que esa chiquilla, que ya era una figura en ciernes, le había contado a medio Estados Unidos que “era del Barça”. Y le sugerí “¿por qué no la invitas al palco, un día de partido?.
Dicho y hecho. Y así nació una nueva culé.
De manera que, resumiendo, algo –creo que mucho- he tenido que ver en la vida y la progresión de la Arantxa tenista y renombre mundial. Por eso, me duele cuando en su libro dice que “al repesar todo lo que ha sido mi vida acuden a mi mente personas y situaciones que han marcado parte de mi trayectoria personal y las siento presentes y nítidas en mi recuerdo”, no tenga una sola palabra para quien, familia al margen –en aquellos momentos y obviando las vicisitudes actuales- fue, probablemente, el primero en creer en ella. Y en acompañarla durante varios años en su progresión.
Si, me duele, Arantxa. Yo también tengo mi corazoncito. Y llegada esta época de mi vida, cuando ya casi todo es pasado, tan solo un recuerdo, un guiño, un beso…vale más que mil palabras. Que todo un libro.
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