Con la tremenda
algarabía suscitada por el record - uno más - de Messi, al batir el número de
goles de Gerd Müller en un año natural, se ha hablado mucho del “Torpedo” y poco - apenas nada - de otros grandes de aquel mismo Bayern de Munich que reinó y
asombró en su época a los aficionados del mundo entero. Uno de ellos, por
ejemplo - y al que me parece justo recordar aquí, mitigado ya el primer impacto
del goleador Müller - puede ser Rummenigge, otro auténtico fenómeno. Por cierto
que hay que decir que Messi le ha dedicado a Müller una de sus camisetas actuales,
con estas palabras:“mi respeto y admiración”. Camiseta que Sandro Rosell se ha
encargado de hacer llegar al legendario jugador alemán, en nombre del FC
Barcelona y del mismo Leo.
Nacido el 25 de septiembre de 1955 en Lippstadt, Kart-Heinz Rummenigge está
considerado por la gran mayoría de analistas, como uno de los 20 mejores
jugadores del siglo XX.
Fue un delantero polivalente, capaz de entrar por ambas bandas y/o por el
centro. Medía 1,82
metros de estatura y pesaba 74 kilos. Una relación
armónica que le permitía ser, a la vez que un fenómeno de exhuberancia atlética,
un futbolista estilizado, al tiempo que vigoroso, ágil y de gran
flexibilidad. También goleador
contrastado –poseía un gran sentido de la eficacia amparado, además, en una
potencia de golpeo de balón fuera de lo común- marcó 162 tantos a lo largo de
310 partidos en la Bundesliga ,
45 más en 95 partidos con la selección nacional alemana y 9 en fases finales de
la Copa del
Mundo. Estuvo en tres de ellas -1978 (Argentina), 1982 (España) y 1986
(Mexico), disputando el encuentro final en las dos últimas. El año 1986,
menguado por una serie de lesiones que anticiparon su declive natural, en aquel partido decisivo marcó un gol aunque no
sirvió para derrotar a la
Argentina de Maradona, Batista, Valdano, Ruggeri y compañía
que ganaron por 3-2. Pero “Kalle” – así le apodaban- se había coronado campeón de Europa de
Naciones en 1980, actuó en 54 ocasiones como capitán de su selección y fue
galardonado en dos oportunidades como “Balón de Oro”: 1980 y 1981. En la
primera de estas distinciones, sumó 122 votos sobre un total de 125 posibles. Con
su equipo el Bayern de Munich ganó en dos oportunidades la Bundesliga –las mismas
temporadas en las que fue designado
mejor jugador europeo- dos veces la Copa de Alemania y se proclamó máximo goleador
hasta en tres ocasiones: 1980 (26 goles), 1981 (29 goles) y 1984 (26 goles).
Sus últimos cinco años como jugador en activo los pasó en Italia (Inter de
Milan, 1984-87) y Suiza (Servette de Ginebra, 1988-89). En Italia firmó 24
goles en la Liga
y en Suiza, otros 24 el último año.
Sumando todo lo dicho Kart-Heinz
Rummenigge llegó a jugar, a lo largo de
15 años como profesional, 424 partidos en primera división, con la nada
desdeñable proporción de más de medio gol por encuentro: 220 en total. Sin duda
el día más triste de su vida deportiva tuvo lugar el año 1987, en ocasión de su
retirada como jugador luciendo los colores el Servette. Apenas acudieron al
campo unos 2200 espectadores.
Pero la valía de un jugador de fútbol, no debe juzgarse únicamente por
sus cualidades individuales, con ser éstas, muchas, en el caso del hombre que
nos ocupa. Hay que tener en cuenta,
asimismo, su entrega, su disposición, su capacidad de liderazgo, la
influencia que ejercía entre sus compañeros y el temor y respeto que infundía a
sus adversarios. Atesorando todas estas virtudes, “Kalle” ha sido, pues, uno de
los más grandes. Y desde el punto de vista de la plástica, tan peculiar en su
juego como en su físico. Poseía la potencia física típica del jugador alemán a
lo que unía su poderoso disparo y un toque de balón dúctil, preciso, elegante,
más propio del fútbol latino. Por eso, desde la óptica de lo táctico, le permitía aparecer de improviso por el
centro de la delantera o abrir el campo por cualquiera de las dos bandas,
preferente por el ala derecha que es, en realidad, donde se reveló y se
convirtió en uno de los máximos exponentes, así como referente de toda una generación.
Los aficionados españoles –de una
cierta veteranía, claro- recordarán, sin duda, su presencia en el Mundial
disputado en nuestro país (aquel del “Naranjito”), al que Rummenigge llegó lesionado. Por ello apenas le daban los
minutos llamados de “la basura” o “de relleno”, si lo prefieren. En una de las
semifinales disputada en Sevilla, bajo el calor del mes de julio y las palmas de ese público local fantástico
y entregado, Francia y Alemania llegaron
al término de los 90 minutos, empatados a un gol. En la prolongación los galos
se adelantaron por 3-1 y el seleccionador alemán dispuso el cambio de Briegel
por Rumennigge que entró en el campo con un protector compresivo cuidando su
muslo maltrecho. A pesar de ello –y ahí viene la personalidad y la categoría de
“Kalle”- los “bleus”, que contaban con Platini, Amoros, Tresor, Giresse,
Rocheteau y demás figuras también históricas, se encogieron, temerosos. Alemania,
con su “crack” (marcó, apenas aparecer sobre el terreno) logró empatar a tres
goles y forzar los penaltis que acabaron
ganando los alemanes en una segunda tanda. Rummenigge transformó el suyo. En la
final, contra Italia, “Kalle”, muy disminuido físicamente no pudo terminar y
fue sustituido, precisamente, por Müller.
Fue uno de esos fenómenos que
llevaba grabado en la frente su futuro de gran jugador. Con 16 años marcó la
escalofriante cantidad de 72 goles en una temporada con el equipo amateur de su
pueblo, Lippstadt. No era pues, en absoluto descabellado, predecir su inmediato
pase al equipo alemán de moda en aquel momento: el Bayern de Munich. “Kalle”
llegó al máximo equipo de Baviera, en 1974, con 19 años de edad. Tardó un año
en lograr su plaza de indiscutible titular. Durante el mismo incluso le tocó
llevar la maleta de las grandes figuras del momento, con el ”Emperador” Franz Beckenbaur al frente. En
1976 ya ganó su primera Copa de Europa (1-0 al Saint Étienne, en el Hampden
Park de Glasgow). Y la aderezó con la Copa Intercontinental
(3-2 en el partido de desempate, al Cruzeiro brasileño). Y el mundo del fútbol
comenzó a maravillarse con aquel estilizado chaval de 20 años capaz de
plantarse con ventaja a la búsqueda de cualquier balón que le sirvieran sus
compañeros, en ataque. Nada importaba su posición, la zona a la que llegaba la
pelota, ni siquiera si tenía que
alcanzarla con movimientos casi de puro acróbata. Sus 95 partidos con la
selección le han convertido en el sexto jugador que más encuentros ha disputado
vistiendo los colores nacionales de Alemania y en el cuarto goleador de su historia, por detrás de “Torpedo” Muller, Rudi Völler,
Jürgen Klinsman y por delante del mítico Uwe Seeler.
Cuando en 1977 se retiró Franz
Beckenbauer, el equipo se resintió alarmantemente y pasó tres años en blanco
hasta que apareció el mejor Rumennigge y lo devolvió a la elite. Por eso cuando
el “Kaisser” llegó a la presidencia del equipo –después de haber pasado
fugazmente por el banquillo- quiso tener a “Kalle” a su lado. Desde 1991 hasta
2002 fue vicepresidente. Después, asimismo director y principal ejecutivo de
una sociedad filial denominada “FC Bayern München AG”, que tiene a su cargo
velar por la economía del club en todos los órdenes así como gestionar las
actividades del espectacular Allianz Arena construido en 2005 y que los propios
ciudadanos de Munich decidieron que debía sustituir al, en su momento, también
espectacular Estadio Olímpico. Por su fisonomía, original y cómoda, los
alemanes le denominan, simpáticamente, “Schlauchboot” que viene a ser algo así
como “bote hinchable”.
Con Rummenigge al frente del
ejecutivo, otro histórico ilustre Uli Hoeness, como manager y la gran figura de
Beckenbauer, el mejor futbolista de la historia de Alemania, en la presidencia,
el club de Baviera se convirtió en el octavo club más rico del mundo. Y lo que
es más importante, de los más rentables. Cuando en el año 2006, el club
triplicó su cifra de negocios en los últimos diez años, Rummenigge, muy metido
en su función de brillante ejecutivo, manifestó: “Nos sentimos muy orgullosos
de nuestros resultados. Nunca caeremos en la tentación de gastar más de lo que
ingresamos, como, por ejemplo, nuestros colegas españoles o italianos…” Gran
jugador en su momento, es, hoy en día, el presidente responsable de una
ejecutoria rigurosa y ejemplar.
Aviso para
navegantes…