miércoles, 14 de mayo de 2014

El hombre que le dio calabazas a Abramóvich



Así lo definía  en su momento Arsène Wenger, el  todopoderoso entrenador francés  y manager del Arsenal: “ Abramóvich puede pagar lo que quiera,  como quiera y cuando él  quiera .A mi modo de ver el Chelsea es un club dopado económicamente ya que sus recursos son artificiales y no tienen nada que ver con los  propios del club. Competir contra el Chelsea es luchar contra un club que no tiene  reglas económicas, ni de ninguna clase”.
Abramóvich compró el Chelsea en 2003 y lo convirtió en un club aparte. El que hoy en día todos  conocemos perfectamente… Mourinho al margen. En 2005 ya era uno de los equipos más ricos del mundo y, además, campeón de la Premier, de la Copa de la Liga y en semis de la Champions. Con más de 221  millones de euros  de negocio,   en 2006. También sus aficionados son los que más pagan en Inglaterra: dejan en Stamford Bridge una media superior a los 3500 euros cada uno, por temporada.  Poco a poco sus balances se han ido equilibrando pero sin que haya llegado a importarle, nunca, un déficit tras otro, supermillonarios.
En fin, la trayectoria deportiva del Chelsea ya la conocemos todos.  Pero ¿quien es, en realidad, Roman Abramóvich, para el que se instauró una nueva definición: “el rey de los petrorublos”.?Vaya por delante que únicamente un individuo  se atrevió a decirle a la cara algo así: “En el Chelsea usted no tendrá necesidad más que de una sola estrella: yo”. Esta fue la frase  con la que se presentó Xose Mourinho, a su llegada a Londres en el verano de 2004, tras haber quedado campeón de Europa con el Oporto. Y ahí comenzó a fraguarse lo del “the Special One”.
Según Forbes, en aquellos momentos Abramóvich, con apenas 40 años de edad, era ya la segunda fortuna de Inglaterra y la vigésimoquinta  del mundo, posición que, curiosamente, ocupaba previamente un  amigo mío y magnate del tenis, el tejano Lamar Hunt.  Roman era  el más joven entre los multimillonarios del mundo. Y su desembarco en el fútbol de Inglaterra supuso algo impensable hasta aquel momento: el Chelsea fue el primer equipo en no alinear, en un partido de la Premier…¡ningún jugador inglés entre los once titulares!. Y sabido es la opinión mayoritaria que tienen los ingleses-tan suyos- del resto de los europeos, continentales, salvada la alternante complejidad con los normandos.
Fue en abril de 2003, presenciando  un partido de Champions que, precisamente,  jugaba el Real  Madrid en Old Trafford contra el United (7 goles, 4-3 para el Manchester), cuando Abramóvich  decidió comprar un club inglés. Su repentino y algo tardío amor por el futbol le llevó a  adquirir el Chlesea…por casualidad. Sus colaboradores le prepararon una lista completa de los  equipos más importantes de Inglaterra, con los correspondientes pros y contras financieros. Repasando balances del United, Tottenham, Arsenal y Chelsea, se decidió de inmediato por este último. Probablemente se inclinó por los “bleus” por la decisión del presidente de entonces, Ken Bates, que lo había comprado en 1982. Se lo vendió… ¡por una libra esterlina!.
Durante muchos años resultaba imposible profundizar en la vida de Abramóvich. Imprecisiones, algún detalle aparente y presuntamente turbio, le mantenían en el anonimato. Para sacarle de él fue preciso que un importante periódico ruso ofreciera … ¡30.000 euros! de recompensa a quien facilitara una fotografía para poder publicarla. Corrí el verano de 1999.
Huérfano a los 4 años de edad, Abramóvich fue un modestísimo alumno del Instituto del  gas  del petróleo, de Moscú, de donde fue capaz de proyectarse hasta convertirse en Gobernador de su pobre provincia de Tchoukotka, una inhóspita región de hielos eternos,  situada en el extremo-Oriente de Siberia.  Desde ahí propició una obscura y, pese a ello, muy próxima  relación con el Kremlin, camino de sus ansias de dinero y poder.  Y de ahí, una amistad muy próxima con Tatiana, hija del mismísimo Boris Eltsine, le facilitó su rápida ascensión, y el enriquecimiento repentino, a través de sus tejemanejes con el petróleo ruso.
Ya multimillonario, decidió, como otros de sus compatriotas, instalarse en Londres, lo que justificó a sus íntimos con esta reflexión:” En Rusia ser rico no esta nada bien visto. Sin embargo, en Estados Unidos y en Inglaterra, es un asigno de reconocimiento inmediato.”
Su ascensión fue fulgurante. Cuenta una leyenda que mientras buscaba un domicilio de carácter fijo en la capital inglesa, pasó por delante de Buckingham Palace y exclamó.”Este está bien”.  Cuando le aclararon el “malentendido”,  acabó adquiriendo un hotel en la capital inglesa y un castillo en Sussex que comprende, entre otras muchas y lujosas instalaciones, hasta dos  terrenos de medidas reglamentarias para jugar al Polo, deporte aristocrático donde los haya, que le apasiona. Y me contaba un amigo de Michael Ballack, el internacional alemán, una de las primeras superfiguras que Abramóvich fichó y convirtió en millonario, que el magnate ruso, por aquel entonces, quería comprar también  el castillo del Conde Drácula, en Rumania, por el que llegó a ofrecer hasta 50 millones de euros.
Gran amante de la pesca en gran escala, adquirió cuatro yates, a cual más amplio y lujoso, dos de los cuales capaces para que  pueden  posarse y transportar helicópteros. También adquirió dos Boeing. Y la anécdota más curiosa es la que reveló el delantero argentino Hernán Crespo, otra de las figuras, junto al ya citado Ballack, Chevtchenko, Drogba, Essien, etc. que Abramóvich  pagaba a precio de oro. Desveló Crespo que cuando el Chelsea estaba buscando unos terrenos mayores para dedicarlos a ciudad deportiva y de entrenamientos,  se subió a unos de sus helicópteros, sobrevoló Londres y al pasar por encima de Hyde Park, dijo de inmediato:”Esto…Este terreno es el que necesitamos. Que lo compren”.
Estas excentricidades del magnate ruso y sus excesos, llevaron el caso, a través del entonces Ministro de Deportes, Tony Blanks, a la mismísima Cámara de Los Comunes. Pero no se le hizo el más mínimo caso…Y ello a pesar de que en un país donde la actuación y las finanzas de los clubs se estudian minuciosamente, el hecho de que en dos temporadas los ingresos cubrieran solamente el 40 % de los cuantiosos gastos, no tuvo la menor repercusión oficial.
Lo curioso de este hombre, a veces taciturno, extraño y siempre inaccesible, es su actuación personal en partidos y sesiones de entrenamiento.  Procura no perderse ninguno. Acude al vestuario y comparte alegrías y penas. Si se pierde se sienta en el banco y se mesa los cabellos como un simple jugador más.
Y para los aficionados al FC Barcelona, otro detalle que agradecerle a Ronaldinho, el jugador que en 2003 le cambió la cara y el destino, al Barça. En 2004, jugaban en Paris la Canarinha y Francia. Era un partido amistoso de selecciones. El propio Abramóvich, en persona, se personó en el hotel de concentración de los brasileños,  llamó a la puerta de la habitación de Ronaldinho, que le franqueó educadamente la entrada. Hablaron brevemente. Roman le ofreció un contrato de ensueño –no podía ser menos- y le entregó una camiseta del Chelsea que llevaba expresamente preparada, para que el astro brasileiro posara con ella anunciando su compromiso con el Chelsea .O  Chelki, si quieren, que es como le denomina el propio Abramóvich, medio inglés, medio ruso.  Y Ronaldinho, con esa amplia sonrisa tan característica suya, rechazó amablemente la muy suculenta oferta, infinitamente superior a la que tenia en Barcelona.
        
        “No, gracias…señor. Estoy bien en el Barça”. He aquí pues, transcurridos diez años, otro motivo más para agradecerle al astro brasileiro todo lo que nos dio.
Pocas. Muy pocas “calabazas” se habrá  llevado Abramóvich a lo largo de su vida millonaria. De jugadores, entrenadores, autoridades, modelos, vedettes y novias más o menos oficiales.
“Obrigado mais uma vez, Ronnie”.


jueves, 28 de noviembre de 2013

SAN MAMÉS: ¡ OJO, PELIGRO !





El Barça visita San Mamés –el nuevo-este domingo.   Está obligado a recuperarse del mal trago holandés en Champions, que, a la vez le permita  continuar liderando la clasificación de Liga, con cierta holgura. Y con toda confianza.
                Pero yo, después de lo vivido en el histórico y “viejo” campo bilbaíno no puedo dejar de preocuparme. De sentir cierto temor.  Los más jóvenes –“nacidos” en la era del Cruyfismo-recuerdan el tortazo del hoy presidente Villar a Johan, en el medio campo, sin balón y sin venir a cuento. Sin embargo eso no ha pasado de ser una anécdota trivial.
                Históricamente las más grandes figuras del Barça han caído gravemente lesionados contra el Athletic. En 1953 -1/4 de final de Copa-Arieta I, delantero centro, cruzó el campo en carrera para romperle la rodilla a Ladislao Kubala con un hachazo incalificable. “Laszy” mantenía el balón junto al banderín de córner y ningún defensa podía arrebatárselo. Arieta quiso” mostrar” el camino a sus defensas –incluido su hermano Arieta II-  y no se le ocurrió otra cosa que acabar con la carrera futbolística del mejor jugador del momento…mientras parte de la grada le gritaba “no queremos comunistas”. A Kubala,  que precisamente se había jugado la vida huyendo del comunismo.  La lesión –ligamentos y menisco-  condicionó el resto de la carrera de Kubala,  a partir de cuando pudo reaparecer, meses más tarde.  Mientras estaba caído en el suelo –entonces, recordemos, no se podía  sustituir un jugador- el masajista Angel  Mur le decía…”Vamos Laszi, que  es grave”. Y Kubala, que apenas podía tenerse  en pie se negaba a salir del campo, mientras con su  todavía precario español, repetía…”chicos me necesitan”.

En 1981 y en el mismo San Mamés,  Andoni Goicoetxea, en una jugada en la zona media del campo, absolutamente intrascendente,” cazó” la rodilla en la pierna de apoyo de Schuster, donde hace más daño, mientras el alemán intentaba controlar la pelota con la otra pierna.  Bernardo vio,  asimismo, como Kubala, condicionada la velocidad  para el resto de su  carrera deportiva.  Y se hizo célebre la frase de Schuster cuando dijo que “es la guerra. Es más difícil volver de San Mamés que de Corea”.
Dos años más tarde, concretamente el día en que Barcelona celebraba su Fiesta Mayor y esta vez en el Camp Nou, el tal Goicoetxea le partió salvajemente el tobillo a la gran figura del momento en el fútbol  mundial –que, ya saben, vestía de azulgrana, claro-Diego Armando Maradona. Desde aquel 24 de septiembre de 1983, en Francia siguen calificando a Goicoetxea de “carnicero”. Y el Times londinense, en un lamentable “ranking” de futbolistas  indeseables le calificó como “el más duro de la Historia”.




Por  todo eso y varias cosas más –como en la canción de Luis Aguilé -yo no voy a su casa esta Navidad, pero me cuesta mucho aceptar que San Mamés haya sido “la catedral” del  fútbol español. Así, como ejemplo único. Entiendo que desde 1913 haya sido la catedral de los bilbaínos. Catedrales hay muchas…Santiago, Burgos, Barcelona, Zaragoza, etc.etc. Pero mi catedral del fútbol, construida en 1922, ha sido el entrañable campo de las Corts. Donde, curiosamente, el primer gol se lo marcó en su propia meta el escocés Bivue  mientras, minutos  más tarde, era Paulino Alcántara quien inauguraba la cuenta azulgrana.
PICHICHI FUTBOLISTA NO EXISTIÓ
                Por cierto que hablando de primer gol, fue Rafael Moreno Aranzadi, nacido el 23 de mayo de 1892 quien lo marcó en el San Mamés que se acaba de derruir. Campo que se inauguraba el 21 de agosto de 1913, jugando el Athletic contra el  rival local, Racing de Irún.
                ¿Y quien fue Rafael Moreno Aranzadi?. Un chaval que desde muy jovencito ya quería jugar con los mayores y estos le llamaban “pichichi” que, por lo visto, era una manera de decirle, con cariño, renacuajo o enclenque. Y con los mayores –siendo todavía” enclenque” y con su tradicional pañuelo blanco, de cuatro nudos, en la cabeza-  inauguró el marcador de San Mamés y así ha pasado a la Historia, hasta el punto de que ese calificativo da lustre, cada  año, al máximo goleador de la Liga española.  Y que la estatua erigida  en su honor ha sido cita ineludible para quienes visitaban por vez primera San Mamés, obligados por la tradición, a rendirle pleitesía.
                En todo caso, acabo. Estos últimos años parece que las cosas han cambiado. Pero, por lo que pudiera ser….¡atento Neymar!.  Después de todo, la Historia es la ciencia de los hechos.


jueves, 26 de septiembre de 2013

Ken Rosewall: “El Maestro de Sydney"


Constato  que mi admirado David Ferrer dice que Federer y Nadal son los dos mejores tenistas de la Historia. Probablemente…Pero es muy difícil  comparar épocas, materiales, circunstancias, apoyos,  etc. etc. ¡Y formas de viajar! El mítico Bill Tilden, por ejemplo, tardaba días y más días de navegación para trasladarse a Australia. Y Fred Perry y los mosqueteros franceses. E incluso el barón alemán Von Cramm, del que se habla poco pero que tiene una larga historia, muy interesante.
                En número total de grandes torneos ganados,  cabe poca duda. Rafa y Roger están en la cumbre. Aunque insisto que en esto, al margen de su indudable clase y categoría, las facilidades de que gozan  hoy en día, también han  tenido su influencia. Y con ellos, es obligado citar a Pete Sampras, Jhon Mc Enroe, Jimmy Connors y yo diría que en el peldaño más alto, Bjorn Borg y el incomparable Rod Laver, el único capaz de componer el Gran Slam –como debe ser, en un solo año- en calidad de “amateur” primero y muchos años después, en el tenis Open.
                ¿Y cómo olvidarse del tenis ,hecho arte, de Manolo Santana e Ilie Nastase sin descuidar el justísimo reinado, sobre tierra batida, que en su momento disfrutaron  Manuel Orantes y Guillermo Vilas?.  ¿Y la ortodoxia de Andrés Gimeno, cuyo repertorio de golpes era una enciclopedia viva del tenis?
                ¡Ah…! ¿Qué les gustan los dobles?. Bueno, pues, séame permitida lo que algunos jóvenes de hoy pueden interpretar como una especie de “boutade”. En igualdad de condiciones, Bob Hewitt y Fred MCMillan, probablemente,  darían cuenta de los poderosísimos hermanos Bryan de hoy en día, en poco más de un santiamén.
                Pero yo siempre he pensado, desde que le vi jugar –y entrenar a España, en Australia- que la Historia no es justa con Ken Rosewall, calificado como “el pequeño maestro de Sydney”(nació en la capital de Nueva Gales del Sur, en 1934) poseedor, probablemente, del mejor revés de la historia del tenis.  Tan perfecto que deslumbraba a todos los observadores, jugadores, competidores, entrenadores y espectadores.
                Sin embargo, a revés tan perfecto no le acompañaba un servicio a modo. Sacaba con poca potencia y aunque la colocación era buena, no bastaba para ganar en Wimbledon, su asignatura pendiente. Handicap  tan evidente que ya su primer entrenador, su propio padre, le hizo variar este golpe  y pasarlo a su mano derecha. Ken era zurdo de naturaleza. Bueno…Un poco lo de Rafa Nadal que es diestro y resulta demoledor con su mano y brazo izquierdos.
                Rosewall no ha sido un prodigio atlético a pesar de que también le han  apodado “músculos”. Pero 1’70 m y 63 kilos, no daban para más.  Y por esta razón Ken no ganó nunca en Wimbledon, su asignatura pendiente. En 1954, le eliminó el checo Drobny. En 1956, su inseparable amigo Hoad.Y en 1970, otro compatriota, el joven de 23 años, John Newcombe.
                Debo decir que fue el “eterno capitán”, Jaime Bartrolí quien me transmitió “el veneno” Rosewall y me “obligaba” a ir a ver cuántos  partidos podíamos, tanto en su época profesional como ya en la “nueva era Open”. En diciembre de 1965 cuando España fue a jugar por vez primera la final de Copa Davis en  Sydne y,  Ken  habló con Bartrolí y se ofreció para asesorar, junto a nuestro entrenador y su amigo, Hoad, a Santana, Arilla, Gisbert y Couder sobre los “secretos” de la hierba, superficie,  si no desconocida, si que extraña para los nuestros. Algo hubo de enfado, hay que reconocerlo,  por parte de Rosewall , dado que el capitán australiano, el “brujo” Hopman, no le había pedido que les ayudara en aquella final, que jugaron, recordémoslo, Laver,  Stolle,  Newcombe y Roche.

Insisto en que el revés de Rosewall,  especialmente en el resto y en el “passing” a lo largo de las líneas, era de una pureza sin igual. Aprovechaba y reciclaba con ello el juego y la fuerza  del adversario. Su fuerza era también una concentración máxima en todo momento y en cada golpe. Nada ni nadie le apartaba de ello y esa calma le permitía colocar las bolas directas con una perfección absoluta.
                La carrera de “Músculos” ha sido larga y densa, si bien, probablemente, alcanzó la plenitud desde 1957 hasta 1967. Es decir, inmediatamente después de su carrera como profesional y en los comienzos de la autorización a los “pros” para participar en los grandes torneos, de manera especial en los “Grand Slam”. Fue así como pudo ganar el primer Roland Garros “open” en 1968, 16 años después de su primer éxito en ese escenario parisino, cuando consiguió  el doble junior junto  a Lewis Hoad. En Melbourne, también transcurrieron 19 años entre dos títulos y 14 años, en Forest Hills (hoy, Open USA  en Flushing). Y en su soñado Wimbledon, todavía fue finalista en 1974 –le ganó el joven Connors- es decir, 18 años más tarde  de perder su primera final.
                En las filas  profesionales, a las que se sumó en 1956, fue campeón del mundo en 1960 y 1965. ¿Palmarés?...¡Qué maravilla!. Número uno mundial en 1970, y número 2, los años 1953, 1955 y 1956. Ganó las Copa Davis –con Australia, naturalmente- los mismos años 53,55 y 56. En Roland Garros, campeón individual en 1953 y 1968 y finalista en 1969. Ganó el doble en 1953 (con Hoad) y en 1968 (con Stolle). En Forest Hills, campeón en 1956 y 1970 y finalista en 1955 y 1974. Campeón del doble en  1956, junto a Lewis Hoad. Y en Australia, ganó en 1953, 1955,1971 y 1972 y fue finalista en 1956. Y en cuanto al título de dobles  lo ganó en 1953 y 1956 (con Hoad) y en 1972 (formando pareja con Davidson).
                 Confio en haber podido transmitir un poco de la magia del “pequeño” maestro de Sydney. Un ¡GRANDE! DE TODOS LOS TIEMPOS.

                Si les parece, dentro de unos días podemos recordar a otro campeón  que asímismo merece, creo, una evocación especial. También nació en Sydney. También  el año 1934. Y muchos le conocieron como “el tornado rubio”. ¿No caen?...Si, si, Lew Hoad.