Otro Barça-Madrid. Y van… Vamos a prescindir de lo sucedido en el marcador. Lo cierto es que los partidos entre estos dos equipos siempre han sido especiales. El ambiente, lo que les rodea, la lectura de la Historia, la rivalidad fuera y dentro del terreno de juego, la idiosincrasia de las aficiones, las relaciones con la Administración…Todo, todo les diferencia. Nada les une como no sea el común afán de superar al rival.
Algunos de estos partidos se recuerdan por hechos puntuales que pasan de boca en boca y se mantienen de generación en generación. Por ejemplo, aquel 0-5 del que hasta los más jovencitos rememoran los detalles ya que se los han repetido muy a menudo. Y saben que entre los goleadores estuvo Juan Carlos, el capitán que nos ha dejado hace muy poco. Por ejemplo, la primera vez que el Barça eliminó al rival en la Copa de Europa con aquel gol de Evaristo lanzándose en plancha ante el meta Vicente. Por ejemplo, el supuesto penalti de Rifé en aquel partido de Copa. Por ejemplo, a los más veteranos todavía nos duele aquel 11-1 de Chamartín (1942-43) propiciado por un delegado gubernativo, el mismísimo responsable de la Policía Nacional y el propio árbitro Celestino Rodríguez, que se personaron, antes de dar comienzo el encuentro, en el vestuario del Barcelona con una sola consigna: “Cuidadito con lo que hacéis. Os conocemos a todos…” Por ejemplo, la descarada prolongación del trencilla Ortiz de Mendíbil, en noviembre de 1966, permitiendo que el Madrid marcara el gol de la victoria, prolongando el partido alrededor de 10 minutos. Por ejemplo el lamentable espectáculo del Camp Nou con la primera visita de Figo, vestido de blanco y del que, el comportamiento del portugués al margen, debemos arrepentirnos todos. Que el arrepentimiento, si te equivocas, es lo único que te faculta para reclamar justicia cuando te ofenden o te “atracan”.
Pero ha habido otros partidos de los que apenas se habla y que propiciaron detalles a recordar. Hablemos de casa para sintonizar con el de esta semana. Partidos brillantes, de muchos goles y partidos en los que hubo un momento definitorio que los ha dejado marcados para siempre. A mi se me aparece siempre la imagen de uno de ellos en el viejo y entrañable Les Corts en la temporada 1953-54. Arbitraba Juanito Gardeázabal que pasó a la posteridad y se hizo famoso en el minuto 28 de aquel encuentro cuando expulsó a Ladislao Kubala. Oliva, el central blanco le estaba cosiendo a patadas. Tras una de esas faltas Kubala empleó la palma de su mano para apartarle con suavidad. Gardeázabal les expulsó a los dos y se ganó la notoriedad: fue el primero en expulsar al mito del barcelonismo, Ladislao Kubala. Pese a todo el Barça ganó aquel partido con un gol de Moreno, en el minuto 15.
En la temporada 50-51, el Barça había ganado por 7-2, todavía más espectacular que el 0-5, el 2-6 o el 5-0 que se han mitificado, con dos goles del extremo Nicolau, otros dos de Marco Aurelio, uno de César –todavía el máximo goleador histórico del Barça, que Messi ya tiene “a tiro de piedra”-uno de Basora y uno de Gonzalvo III. Por cierto, este último, el que me cedió su camiseta –zurcida y relavada, porque entonces nadie se cambiaba ni regalaba nada- la primera vez que fui a entrenar con el equipo juvenil cuando Samitier me propuso jugar con los chavales azulgrana. Mariá Gonzalvo que, en el transcurso de los años y hasta que nos dejó, se convirtió, además de mi ídolo, en uno de los mejores amigos que he tenido, a pesar de la diferencia de edad entre ambos. Gran futbolista, extraordinaria persona…y algo que muy pocos saben, maestro pintor con la acuarela. Me regaló una marina, firmada por él, que guardo como oro en paño. Pero volviendo a aquel 7-2…Los goles blancos los marcaron Molowny (santo y seña del madridismo) y García. Por cierto que fue la primera vez que yo recuerdo que a un jugador madridista se le despidió en el campo del Barça (Les Corts) con una cerrada y unánime ovación. Juanito Alonso se fue al vestuario en olor de multitud…y no por haber encajado 7 goles como diría un irónico o bromista…sino por haber evitado encajar el doble.
Marco Aurelio y Nicolau fueron dos jugadores argentinos que llegaron al Barça procedentes de México, recomendados por los ex -jugadores residentes en aquel país, Martín Ventolrá y Pepe Iborra. Marco Aurelio no era el típico futbolista argentino de toque y pique. Era trabajador infatigable, con una técnica suficiente pero “sin pasarse”. Marco Aurelio di Paulo, procedía del León mexicano. Mateu Nicolau (raíces mallorquinas como indica su nombre) jugaba en el Atlante. Era zurdo y se convirtió en un extremo de clase y habilidad que hubo de superar un período de adaptación en el que había sembrado dudas entre los aficionados. Curiosamente ambos marcaron para el Barça el mismo número de goles: 30 cada uno. Nicolau, en 96 partidos y Marco Aurelio, en 70. Este último, además, ha inscrito, con letras de oro, su nombre en la Historia del FC Barcelona ya que fue el autor del gol número 1000 que le marcó al Lleida el 22 de octubre de 1950.
En la temporada 58-59, antes de aquel gol que dejaba en la cuneta europea al Real Madrid (1961) Evaristo ya le había tomado la medida al equipo blanco con un “triplete”. Aquella temporada, además de los tres goles del carioca, Tejada marcó otro para completar la victoria ante el Madrid por 4-0.
A los brasileños del Barça no se les ha dado demasiado mal el Real Madrid. Años más tarde (temporada 93-94), ya en pleno “dream team”, otro brasileño de ensueño, Romario de Souza Faria, por quien todavía suspira la “torzida”, sumó también un “triple” que, con dos goles, uno de Koeman y otro de Iván Iglesias, completó otro 5-0 para el recuerdo. ¡Y como le rompió la cintura a Rafa Alkorta…!. Por reciente y “televisivo”, este es un gol que también los más jóvenes han visto reflejado repetidamente.
Recuerdo otro partido, de la temporada 53-54, en la que marcó casi toda la delantera. Únicamente Justo Tejada evitó el “promedio” porque logró dos goles. César, Moreno y Manchón consiguieron uno cada uno y el Real se llevó aquel día otra “manita”. Di Stefano marcó el solitario gol blanco.
El 10 de febrero de 1980 es otro día para el recuerdo, a pesar de que el Barcelona perdió, 0-2. Pero el inglés Laurie Cuningham, calificado, con razón, como la “perla negra”, hizo que todo el Camp Nou, de manera unánime, se pusiera en pie para aplaudir al extremo del Madrid, que llevó a cabo una exhibición esplendorosa. El famoso entrenador Ron Atkinson le calificó como “el mayor talento del fútbol británico, desde George Best”. Lástima de su triste final en un accidente automovilístico.
Si observan que en este repaso a vuelapluma se repiten los nombres de los jugadores de las Cinco Copas, piensen que es comprensible. Todos tenemos nuestra época y la mía, como niño que tenía el privilegio de asistir a “las clases” constantes de aquellos jugadores fuera de lo común, auténticos maestros, fue aquella.
Sin embargo y retrocediendo más todavía, guardo en mi subconsciente un partido de la temporada 1942-43 en que hubo un empate a 5 goles. Los nuestros los marcaron el mítico Mariano Martín, un palentino-catalán, goleador infatigable, que logró dos. Otros dos los marcó el extremo Valle. Y el otro fue obra del “maestro” José Escolá. A Escolá le caricaturizaba Valentín Castanys –otro maestro, este del humor y la ironía- en el semanario satírico “ONCE”, con toga y birrete, que reflejaban el fiel exponente de su magisterio sobre el terreno de juego.
Aquel día arbitró Fombona, uno de los colegiados que, con Mazagatos y Gojenuri, asustaban a la afición barcelonista de la época tan solo con la mención de su nombre. Empezaba la “cacería” que sigue hoy en día y que no parece tenga visos de cesar.
En la época actual, ya lo saben: el renacer de un Barça brillante con Ronaldinho y aquel señor de la bufanda y su hijo, aplaudiendo en el Bernabéu. Y hoy en día, ese periodo que dirige y comanda Guardiola, con Xavi en el timón y Messi de guía y faro, a la cabeza del mejor Barça de la Historia. Y el mejor, sin duda, del Universo fútbol.
Todo muy lejos, mucho, de las cinco temporadas que yo hube de esperar, en el Campeonato de Liga, para ver la primera victoria barcelonista sobre el Madrid, en casa (25 de marzo de 1945, con la implantación de la WM, entrenando Pepe Samitier). Y otras cinco temporadas más, el 25 de septiembre de 1950, para disfrutar de la segunda, el 7-2 ya relatado.
Los Barça-Madrid siempre han dado mucho de sí. Y hasta la irrupción victoriosa del Barça en el Bernabéu, en estos últimos tiempos, venían a ser partidos de tinte casero, si exceptuamos alguna sorpresa esporádica…y aquella década de los cuarenta…Que no se rompa la racha.