La relación Catalunya-España es… la que es. Allá cada cual con sus creencias, sus opiniones…y sus recelos. Cuando llegan estas fechas y juega las selecciones autonómicas el clásico partido anual, cada uno de nosotros le pone al acontecimiento, la guinda de sus sensaciones, creencias o convicciones.
El eterno dilema de si las selecciones –hoy llamadas autonómicas, antes regionales-deberían ser o no ser autorizadas para competir oficialmente en torneos internacionales, suscita reacciones muy diversas y encontradas, la mayoría fruto de la aversión o, como mínimo, la prevención, de allá para aquí y de aquí para allá. En los medios, escritos, radiofónicos y televisivos –y ahora en las redes sociales- lee y oye, uno, de todo. Porque de todo hay en la Viña del Señor.
Son muchos los que opinan que España y Catalunya no deben –ni pueden - enfrentarse deportivamente, porque son una misma cosa. Para muchos, la sola idea de un España-Catalunya, en lo que sea, levanta ampollas. Y están los que discrepan, los que se acaloran…y los que insultan, estos últimos fruto de su ignorancia, la mayoría, y de la mala educación, otros.
Habrá que recordarles, a todos ellos, que en fútbol –que es lo que más duele- España y Catalunya ya han jugado, frente a frente. Y más de una vez. En tiempos, supuestamente, mucho más difíciles y duros que los actuales. Que yo sepa, catalanes y españoles nos hemos enfrentado –insisto, futbolísticamente hablando- al máximo nivel, en cuatro ocasiones. La primera fue el 13 de marzo de 1924, en el antiguo campo barcelonista de Las Corts. ¿El resultado?. Tremenda paliza. España ganó por 7-0. Y no pasó nada…Para ponernos en situación, digamos que el partido se jugó 7 meses más tarde de que se instaurara la Dictadura de Primo de Rivera. Supuestamente, pues, para este tipo de acontecimientos, una época dura.
En 1934 y durante la II República presidida por Aniceto Alcalá Zamora, también en Las Corts, volvió a ganar España, esta ver por un más moderado 2-0. Dos partidos para Catalunya, pues…y cero goles a favor.
El 19 de octubre de 1947 y en plena dictadura del Caudillo Franco, se jugó en Sarriá…con matices. Y digo esto porque el partido se autorizó siempre que en el enunciado se leyera “Cataluña-Resto de España”. Poco tiempo antes para jugar como Catalunya contra el club italiano del Torino, se había armado una de buena. Así, pues, se instauró lo del “Resto de España”. Y como decimos en catalán, “caminant es fa camí…”
Este partido de 1947 ya pude verlo. Lo recuerdo vagamente. Y no quiero bucear en la Hemeroteca porque creo que tiene más valor aquello que se mantiene en la memoria. Era domingo y en la plaza Monumental toreaba, más o manos a la misma hora, el torero catalán Mario Cabré. Con las manos bajas, probablemente, una de las mejores verónicas de la Historia. Mi padre dudó hasta última hora entre ir a los toros o al fútbol. Apenas hacía un par de meses que había muerto Manolete, corneado por el toro Islero en la plaza de Linares. Finalmente fuimos al fútbol.
Catalunya vestía camisa blanca. Y digo camisa con pleno conocimiento. Porque se trataba de una camisa abotonada, igual que las de vestir. En el equipo de Catalunya (bueno, Cataluña, en la época) creo recordar que el sistema defensivo lo formaron Velasco, Elías y Curta. El portero Velasco (Zambudio, era su primer apellido, que deportivamente nunca utilizó) había nacido en Murcia pero, hijo de la inmigración, hablaba con mucha mayor fluidez el catalán que el castellano. En la media creo que estaba Gonzalvo III (Mariano, en la época y con la transición Marià) y en el centro de la delantera César Rodríguez. Un tándem espectacular, en el “top” de la Historia del FC Barcelona. César jugó un partido brillantísimo. Posteriormente apodado cariñosamente “el pelucas” por su prematura calvicie, había nacido en León. Así, pues, Velasco, César…Quedaba claro que Catalunya aceptaba, como catalán, “a todo aquel que vive y trabaja en Catalunya”. ¿Les suena?. Sin doble sentido. No le den más vueltas. Me parece que también estaba Navarro I quien, luego, triunfador con el Real Madrid, hizo famoso el apodo de “el Fifo” porque representó al fútbol español junto a Ladislao Kubala, en la primera selección de la FIFA que se opuso a Inglaterra, en Londres
Por España jugaron un “tal” Zarra y “un tal” Arza (del Sevilla), la gracia andaluza en la cancha…pese a ser asturiano de nacimiento. Cosas… También estaba Miguel Muñoz. A mí, Telmo Zarraonandia, cuando llegaba a Las Corts con el Athletic, para jugar contra el Barça, me provocaba un temor irreprimible. Y por Muñoz, al que conocí muchos años más tarde, en su calidad de entrenador del Real Madrid y seleccionador español, sentí siempre una respetuosa admiración…aunque como culé algo se removiera dentro de mi cada vez que le recordaba, como capitán del Real Madrid, levantar aquellas primeras Copas de Europa. En su larga etapa como preparador del equipo capitalino don Miguel me invitó a entrenarme unos días con sus emblemáticas figuras…con Alfredo Di Stéfano en primerísimo plano. Ambos conocían cuales eran mis colores y, no obstante, me trataron de maravilla. Con lo que queda claro que el fútbol no debería ir más allá de la elegancia y el señorío…aunque, hoy por hoy, Mourinho se empeñe en lo contrario.
Aquel encuentro de 1947 lo ganó Catalunya por 3-1. Ha sido la única vez que hemos ganado los catalanes. Porque en 1953 se jugó “otro resto de España” en el campo del Sants, en la calle Galileo de Barcelona, con otra paliza: 6-0 favorable al “Resto”. Lamento no recordar nada de este partido porque no lo vi. Pero en las gradas estaba Alfredo Di Stefano, llegado poco antes a la Ciudad Condal para jugar con…el FC Barcelona. Ya saben, entonces Club de Fútbol, por “imperativo legal”. Lo que pasó más tarde, con el apodado “Saeta Rubia”, ya es harina de otro costal. Y, como saben todos, da para mucho más. De manera que…”continuará”.
Como ven, queda claro que Catalunya y España se pueden enfrentar, en un campo de fútbol, incluso en épocas políticamente difíciles o convulsas, sin que se produzca ninguna situación patética de imposible solución. Recuérdenlo, sobre todo, los radicales del nacionalismo rancio y centralista. Nada que temer. Solo deporte y “fair play”. Amén.
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