Hemos llegado a
la semana del último partido oficial. Entre nosotros, el fútbol de los clubes acabará este viernes con
la final de Copa entre el Athletic y el Barça. Y a medida que se acerca la hora la vamos liando más y más… Hay demasiada
gente interesada en meter la cuchara…pero son muy pocos los que estén
dispuestos a hacer la sopa con el sabor adecuado.
“Fútbol es fútbol” decía aquel.
Pues, eso…Dejémoslo en fútbol. Políticos de aquí y de allá ya meten esa cuchara solo para alimentar sus
intereses partidistas. Los propios… Nadie piense en el fútbol y sí en como
enmarañar más el cadejo.
Ahora lo que más interesa es
cuanto y como van a silbar a la Monarquía
–Rey o Príncipe, da igual- las
aficiones catalana y vasca. Y ya se
están poniendo la venda antes de la herida. La señora Espe –la de siempre- ya mete la
gamba, como es costumbre en ella, diciendo que ”si silban, se anula el partido y se juega otro
día a puerta cerrada”. Y se queda tan ancha. No hay en España, ni en su
autonomía problemas más serios que esos a los que esa señora
alude…probablemente para que se nos olviden esos números que ha maquillado para
ofrecer a todo el Estado unas cuentas que, a la hora de la verdad, ha habido
que rectificar, doblando – ¡DOBLANDO!- el déficit que inicialmente había
facilitado al Gobierno y a las Cortes. Esperanza Aguirre es de esa clase de
personas que para hacer política no necesitan inteligencia ni siquiera
imaginación. Les basta con no tener decoro.
Ha dicho Rosell – con razón- que
el público tiene derecho a manifestarse y a expresar su opinión.
Pero a mi me gustaría matizar que hay foros para todo. Y para expresar
la disconformidad con la institución monárquica
hay otros caminos que no sea un partido de fútbol. Por eso tampoco estoy
de acuerdo con esos políticos de Euskadi y de Catalunya que desde hace varios
días vienen diciendo que se llene el escenario de esa final con ikurriñas y
senyeras, confundiendo la velocidad con
el tocino. Si…Ya se que estoy predicando en un desierto. Pero es mi opinión y
mi manera de ver las cosas. “Funbol es funbol…”, ¿verdad, señor Boskov?”. Y
todavía me parece menos razonable y mucho más peligroso que la Delegada del Gobierno,
en Madrid, se empeñe en organizar una manifestación en contra de las
nacionalidades vasca y catalana, con gentes portadoras de banderas con el
aguilucho, otros con el famoso y execrable
- en una bandera nacional, que no por sí mismo- toro de Osborne y otros –los menos-portando la bandera de
España, constitucional.
Los que me conocen saben que soy
catalán y que defiendo el catalanismo. Pero donde creo que debo hacerlo. No me
gustan los sainetes ni el desabrimiento, fuera de contexto. Cuando uno juega la
Copa del Rey sabe a lo que se expone: a ganarla, entre otras cosas. Y a que se
la entrega el propio Rey o, en su
defecto, aquel que le represente que, en este caso, parece que será Felipe de
Borbón. Forma parte del protocolo que
envuelve esta competición.
En un partido de fútbol aplaude
y anima a tu equipo. Respeta al adversario. Si ganas, celébralo. Si pierdes en buena lid, dale la mano a quien te ha superado y felicítalo. En deporte no debe haber lugar para la
envidia ni el odio, que van siempre unidos dado que se fortalecen
recíprocamente por el hecho de perseguir el mismo objetivo.
¿Cómo me gustaría a mi que se
desarrollara este partido?. Es muy fácil. Unas gradas abarrotadas –que lo
estarán- dos aficiones entregadas –que también lo estarán- alegría y respeto
mutuos –salvo desagradables excepciones también será así, como ya ocurrió en Valencia- y que gane aquel que haga más méritos para
ello. Cuando aparezca el representante monárquico, silencio. Cuando suene el himno nacional español, no lo
aplaudas si no lo sientes tuyo. Pero tampoco lo silbes. Como no silbarías
ningún otro himno de ningún otro país del mundo, simplemente por mera
educación. Y no olvidemos que la
educación hace a los pueblos fáciles de gobernar…si, pero también
imposibles de esclavizar.
Aquel que odia no
es más que un mártir que martiriza.
Ya se que –en mi
vida es una constante- como escribo más
arriba, debo estar predicando en el desierto. Pero ante esta final de fútbol,
simplemente de fútbol, deseo lo mejor, recelo lo peor…y no tendré más remedio
que tomar lo que viniere.