miércoles, 2 de mayo de 2012

¿La Historia se repite?



Veamos… El Trofeo Conde de Godó, de tenis, acaba de celebrar su edición número sesenta. La final supuso  un partidazo ente Rafael  Nadal (campeón) y David Ferrer. Este último tiene fundamentos para proclamarse ganador  de un  torneo cuya cita decisivo ha jugado en cinco ocasiones.  Solo una pega…Al otro lado de la red está quien ya es, sin duda, el mejor jugador sobre tierra batida de la Historia. Con permiso de Borg que, me consta, ya se lo ha  dado. Y el año que no estuvo Nadal, David se topó con la mejor versión  de Verdasco.
                Rafa y David nos ofrecieron un duelo extraordinario que duró cerca de tres horas (dos horas y cuarenta minutos, para ser exactos) y en ese tiempo pudimos disfrutar de un tenis intenso, enérgico y, a  la vez,  artístico y depurado.
                Por la tarde de este mismo domingo de la final de tenis, el FC Barcelona jugaba su partido de Liga en Vallecas donde ganó por 7-0, con dos de esos goles obra de la gran figura del  equipo, Lionel  Messi. Y dentro de unos días, al Barça le espera la final de la Copa de España (hoy del Rey, antes del Generalísimo) en las que deberá enfrentarse al Athletic  Club de Bilbao, en Madrid.
                Sesenta años supone una buena efemérides para rememorar aquella primera final de 1953. Dios me ha ofrecido la oportunidad de haber estado presente en todas esas finales. Las sesenta. Aquel día, 7 de junio de 1953, se enfrentaron el norteamericano Vic Seixas y el sudamericano (argentino) Enrique Morea.  Este último, un argentino atípico por su forma de entender e interpretar el tenis. Un hombre muy alto -1’95 metros- dotado de un  servicio demoledor y un  estilo ofensivo de una calidad excelsa. Volea, smash y un efectivo juego de red. Un par de años antes el revés habría sido su golpe más débil, pero a fuerza de tesón, entusiasmo y mucha práctica acabó por equipararlo al resto de su inmaculado repertorio. Ganó Seixas, en tres “sets” (no  existía el “tie breack” y el último acabó  22-20). El partido duró cerca de tres horas. Mayor semejanza con esta última final, imposible.
                Y en la actualidad, también dentro de unos días, se jugará otra final de la Copa de fútbol (en Madrid  pese a la estupidez del Real que se negó a ceder su campo) entre el Barça y el Athletic. ¿Me siguen? Todo igual, igualito, que aquel lejano año de 1953. Porque también entonces, el mismo día de la final de tenis,  por la tarde, el Barcelona ganaba por 8-1 al Atlético de Madrid. Es decir, la misma diferencia que ahora contra el Rayo: 7 goles. Y la gran figura de la época, Ladislao Kubala, marcó –como Messi - dos goles. Y dio  otros cuatro.
                Falta añadir que en aquella final de la Copa de 1953 el Barça superó al Athletic por 2-1, con goles de Kubala y Manchón. Es decir, la figura y un extremo. Si ustedes son de los que creen –muchos piensan así-  que la Historia se repite, resulta evidente que el FC Barcelona se proclamará, dentro de poco, campeón de Copa. Y habrá que añadir que si el resultado es 2-1, los goles los marcarán Messi y Pedro. O quizá Alexis…
                Cierto que no hay ninguna razón objetiva que justifique este pronóstico. Acaso una simple reflexión empírica, fruto de una razonable analogía…sesenta años después.
También es verdad que sentirse ganador antes de tiempo a menudo resulta contraproducente. Como nos dice otro ejemplo entre los mismos Barça y Athletic, dos años antes de aquel 1953.En las semis de  1951, los bilbaínos empataron a ceros goles en el entrañable y recordado campo de Las Corts. Los aficionados bilbaínos, confiando en que ganarían la vuelta en San Mamés, colapsaron todas las posibilidades de desplazarse a Madrid para la final que ya intuían segura y, además, la directiva rojiblanca encargó veinte mil corbatas rojiblancas para las veinte mil personas que irían a Chamartín. Pero en aquel partido de vuelta, el Barça ganó 1-2, con goles de Nicolau y César. Y la final la jugó  el FC Barcelona. Y le ganó a otro equipo vasco, la Real Sociedad,  3-0, con goles de César y Gonzalvo III. Aquella semifinal es recordada como la de “las corbatas”.
                De manera que, ustedes mismos. ¿La Historia se repite?. Cautela, mucha cautela. Pero decisión y confianza. Eso, si. El último partido de Guardiola, al frente de un equipo que lo ha ganado todo, lo merece.


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