A vueltas con el récord de Messi llevamos meses hablando y discutiendo acerca
de Müller, aquel fabuloso goleador
alemán de los años setenta de quien, lógicamente, por
simple razón de edad son muchos, muchísimos, los que solo han oído
hablar de sus hazañas, en reportajes retrospectivos, en tertulias entre
veteranos o repasando la Historia. Veamos…¿Quién fué -es- “Torpedo” Müller?.
Gerhard
Müller nació el 3 de noviembre de 1945 -poco
después de terminada, pues, la Segunda Gran Guerra- en el estado de Baviera. Concretamente en la antigua ciudad imperial de Nördlingen. Allí
comenzó a jugar en el TSV 1861, en la temporada 1963-64. De inmediato saltó a
la fama: 46 goles en 31 partidos, que le llevaron al Bayern. Un Bayern, todo
hay que decirlo, que en aquellos momentos
jugaba en la Liga Sur, una
especie de Segunda División. Ayudado por los 35 goles en 32 partidos que marcó
Müller y la presencia de un joven portero, Sepp Maier y un elegante líbero,
Franz Beckenbauer , aquel modesto
Bayern alcanzó el ascenso a la
Bundesliga y allí comenzó el camino de su gloriosa historia.
Conocido en el
mundo del fútbol con el sobrenombre de
“Torpedo” o “Bombardero” Müller, su primer entrenador, “Tschik” Tchaïkowski (curioso apellido para no
gustarle la música), le puso otro apodo que podía traducirse como ”Pequeño Corpulento”, por aquellos que le querían bien o simplemente “Gordo”, para todos los
demás. Y es que estaba dotado de una morfología,
digamos,…especial. Medía poco más de 1´70 de altura (entre 1’70 y 1’76 metros,
según diferentes fuentes) y pesaba 73 kilogramos. Equilibrado, pues. Pero su
torso es largo y sus piernas, cortas.
Amplísimos sus muslos. Y una resistencia a los golpes fuera de lo común.
Ganó una final de Recopa europea, jugando con un brazo fracturado. Goleador puro, por naturaleza, gracias a su
sentido de la anticipación en el golpeo del balón y en el salto, que le hacía
superar a los defensores más atléticos, altos y aguerridos. No era muy rápido
–no podía serlo por sus características físicas- pero lo superaba con su
sentido del gol y su orientación para
estar siempre bien colocado. Aunque si bien no podía mantener un cara a cara en
carrera prolongada, si estaba dotado de un firme y explosivo “demarrage”. Un ejemplo de fuerza,
habilidad y eficacia que le otorgaron su justa fama de goleador mítico. Fue
máximo artillero en el Mundial de 1974 que ganó con su equipo nacional,
Alemania, derrotando en la final a la Holanda de Cruyff y marcando el gol de la
victoria (2-1) a los 43 minutos de la primera parte. Un Mundial en el que los
técnicos de la época y la propia FIFA constataron que solo tres equipos
–Alemania, Holanda y Polonia- jugaban para ganar. Todos los demás lo hacían
para no perder. Estábamos en plena época
de la intimidación, las entradas violentas y las faltas continuadas. Pero Müller
pudo con todo. Aunque después de ese partido,
decidió dejar, oficialmente, la Selección. Su palmarés es prodigioso:
con Alemania campeón del Mundial de 1974 (14 goles acumulados en las fases finales de 1970 y
1974) y con su equipo, el Bayern de Munich campeón de Europa en 1974, 75 y 76.
En la final de 1974, superando 4-0 en partido de desempate al At. De Madrid, en
la final, con dos goles de cosecha propia. En 1975,
venciendo al
Leeds United, 2-0, con un gol suyo. Y
por último en 1976, 1-0 frente al St. Étienne Ganó la Copa Intercontinental –hoy el Mundial
de clubs- en 1976, superando al Cruzeiro
brasileño, abriendo con un gol el 2-0 en
el partido de ida en Munich. La Recopa
de Europa ya la había ganado en 1967
(1-0 al Glasgow Rangers) y la Bundesliga
en las temporadas 1969, 72, 73 y 74. La Copa de Alemania figura en su
palmarés los años 1966, 1967, 1969 y 1971. Ha sido el máximo goleador en la Liga
alemana en siete ocasiones.(1967, 69, 70, 72, 73, 74 y 78). Le otorgaron la
“Bota de Oro” europea en 1970 (38 goles) y 1972 (40 goles). Estableció el
record de goles en la Bundesliga con 365
en 427 partidos. En la Copa de Alemania sumó 80 goles en 64 encuentros. Y 71 en
copas europeas, supercopas y Copa Intercontinental. Y, para completarlo, hay que añadir los 68 goles con la selección nacional
alemana, en 62 partidos, después de su primera aparición contra Turquía en 1966.
En
los campeonatos alemanes le marcó a
todos los equipos…menos a uno, el Darmstadt 98 que no es, precisamente, uno de los grandes. Claro
que, precisamente por ello, se enfrentó
pocas veces a este modesto equipo.
Al
Mundial de 1970, que algunos recordamos
como, probablemente, el más
espectacular de la Historia, Muller transformó el gol de la victoria de
Alemania contra Marruecos. Después le marcó tres goles
a Bulgaria y otros tres al Perú y certificó el gol de la victoria
durante la prórroga de los cuartos de final contra Inglaterra, terminando por
endosarle dos goles más a Italia en semifinales, a pesar de lo cual ganaron los
transalpinos por 4-3. Con 10 tantos en
seis partidos, acabó como máximo goleador de una Copa del Mundo en la que
brillaron leyendas como Pelé, Jairzinho, Cubillas, Luigi Riva, etc.
Müller
mantuvo el record de goles en Copa del Mundo (14) hasta la edición que se
celebró en Alemania en 2006 en la que le
superó Ronaldo (15 goles).
En
el Campeonato de Europa de 1972 organizado
en Bélgica, Alemania se proclamó campeona y Müller le marcó dos goles al país organizador, en
semifinales y otros dos a la URSS en la final, que los alemanes ganaron por
3-0.
Las
lesiones pudieron con él –la rodilla y discos vertebrales, fundamentalmente- y
al sentir que su rendimiento bajaba aceptó lo que otras muchas figuras de la
época: jugar en los Estados Unidos. Y , entre 1979 y 1981 lo hizo durante dos temporadas en el Fort Lauderdale
Strikers y, luego, en el
semidesconocido Smith Brothers Lounge Fort Lauderdale. En la North American
Soccer League marcó 40 goles en 80 partidos oficiales. Le gustaba el clima de
Florida y por ello abrió un restaurante
en esa localidad, principio y fin de la mayor parte de los cruceros que navegan
por el Caribe.
Müller
no acabó de adaptarse a ese periodo de su vida
con menor actividad futbolística
y cayó en el alcoholismo. En 1992, sus amigos y antiguos compañeros
del Bayern, decidieron ayudarle a dejar
la bebida y con el impagable liderazgo del “káiser” Beckenbauer , convencieron
al Bayern para que le ofreciera un puesto de entrenador de los jugadores jóvenes lo que le permitió reencontrarse, en
cierta manera, con el Müller futbolista.
En 2006 pudo desempeñar la figura de embajador de Munich en la Copa del
Mundo de aquel año, en
Alemania.
Hoy, Gerd Müller sigue ligado al equipo bávaro, pero desgraciadamente su
salud ha sufrido un duro traspiés, al parecer con síntomas evidentes de padecer
Alzheimer.
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