domingo, 7 de abril de 2013

Ramallets y Seguer : Homenaje a dos ejemplos




Son historia viva.  Émulo del tiempo. Testigos de lo pasado. Ejemplo, incluso para el glorioso presente. Y advertencia de lo que está por venir en el irrenunciable ADN del FC Barcelona. El club y la Agrupaciò d’Antics Jugadors homenajea a dos leyendas de la Historia azulgrana: Antoni  Ramallets i Simón y Josep Seguer i Sans.
                Me niego a calificarles con el socorrido soniquete de “viejas glorias”. Son dos chavales a punto de cumplir 89 años, uno. Cerca de los 90, el otro. Ídolos de mi niñez a los que, andando el tiempo, tuve la inmensa suerte de  conocer y tratar  ampliamente,  en mi condición de periodista, primero y de entrenador, más adelante. Jamás  he dejado de admirarles, respetarles y quererles, aunque en nuestras respectivas facetas profesionales resultara lógico  e incluso prudente, mostrar cierto disimulo.
                Con  permiso: voy a permitirme desvelar un secreto…en el caso de que alguien – veterano, obviamente- recuerde mi  época de  juvenil  y  supiera de las “clases particulares” que, a los 13 años de edad, recibía de un fenómeno irrepetible llamado…Lasdislao  Kubala. Cuando me veían lanzar  un penalti el comentario casi resultaba obligado: “Te lo ha enseñado Kubala”. Pues no…  “Laszi” revolucionó el fútbol, con su llegada al Barça. El fútbol del club azulgrana y el fútbol de toda España. Nadie recordaba nada igual…Aquel chaval rubio y fornido nos enseñó que había otra forma de entender –y practicar- este deporte.
                Pero yo había aprendido a tirar el penalti, con amago de cintura…viendo a Josep Seguer.  Recuerdo  perfectamente como me impactó la primera vez que le vi lanzar uno. El de Parets  jugaba  en  el  reserva del  Barça. No se había consolidado todavía en el titular porque era muy joven. Fue en un partido matinal en el viejo y entrañable campo de las Corts. Yo era un  niño y estaba  justo  detrás de la portería del Gol de Baix. Hoy le llamaríamos Gol Sud. Ubicado en una de las primeras filas en la mitad  justa de la portería. Casi como el portero al que Seguer se disponía a tirarle aquel penalti. Dos o tres pasitos justos, se acercó a la pelota, amagó con la cintura hacia la derecha del guardameta…y con un giro rápido y  preciso, golpeó el balón con el interior de su pié derecho,  enviándolo a la izquierda del portero. Un engaño simple y fácil…si se tiene, claro, la coordinación para hacerlo.  Kubala, ocho años más tarde, nos mostró parecida técnica, pero con una ligera “paradinha”.
                Aquella pena máxima de Josep Seguer todavía la conservo, fresca y lozana, en mi memoria. Yo,  muy jovencito, desde aquel día, la ensayé una vez. Y otra. Y otra…. Jugando con los amigos del barrio. En la calle –entonces, se podía, si- en los campos de la Bordeta y en del Hostafrancs. De manera que cuando “Laszi” tuvo la gentileza de perder horas conmigo, enseñándome su técnica inigualable –con gestos y repetición de movimientos más que con palabras, porque, recién llegado,  se hacía entender en un incipiente italiano- se sorprendió agradablemente al  verme lanzar el primer penalti. Sin él saberlo Seguer había sido mi maestro. Por cierto…ahora caigo en la cuenta que nunca se lo he dicho. Espero que lea estas líneas y con ellas reciba todo mi cariño, mi admiración y mi agradecimiento. Gracias,  “Patetis”.
                Al paso de los años, uno de los mejores y más entrañables amigos que he tenido de aquel equipo inigualable de las “Cinco Copas”, Mariá Gonzalvo III – a pesar de la amplia diferencia de edad -  me habló maravillas de Seguer. Josep es de Parets.  Mariá era de Mollet. Juntos cogían el tren a diario para llegar a la estación de Francia y desde allí, con el tranvía 59, se dirigían a Las Corts. Al entrenamiento.  Pero 250 pesetas de ficha anual  y un sueldo mensual de 50, más alguna que otra dieta, no daba para dejar de trabajar. Y Josep regresaba  a Parets después de entrenar, para dedicarse a su profesión: barbero. Un joven de hoy en día quizá se haría llamar “director de imagen” o, simplemente, peluquero. Los tiempos cambian.
                Como futbolista Seguer fue un todo-terreno. Yo le recuerdo jugando de interior. Algunas veces, de delantero centro. También jugó de medio. Y  el día 1 de junio de 1952, debutó con el equipo nacional de España, formando un bloque defensivo completamente del Barça: Ramallets; Martín, Biosca, Seguer. Aquel día, junto al “Patetis”, debutó en la Selección, su compañero del Barça José María Martín, gallego de A Coruña, formado futbolísticamente en el Banfield y el Vasco de Caracas. También estrenó internacionalidad Coque, un elegante interior derecho, de Valladolid. Ganaron a Irlanda por  6-0. Y en ese  equipo jugaron  otros barcelonistas: junto a Seguer  y Martín, los ya citados Ramallets y Biosca, así como dos monstruos en la delantera, llamados Basora y César. En total, seis del Barça. ¿Les suena la música?.   Basora marcó 2 goles y César, otro.
                Con Ramallets coincidí  en   el  Europa,  cuando yo daba mis primeros  pasos como entrenador. Estaba a cargo de las divisiones inferiores del club de Gracia y a Antoni le llamaron para entrenar al primer equipo. Curiosamente sustituyó a Velasco,  que llevaba el  titular escapulado, junto al doctor Falcó. Y digo curiosamente porque fue a Velasco, precisamente, a quien  Ramallets  suplió en la portería del FC Barcelona, cuando  aquel sufrió una gravísima lesión. Era el año 1949. Y la explosión de Antoni fue tan meteórica, que ya apenas un año más tarde, 1950, fue titular y gran figura del Mundial de Rio, en la que España había obtenido, hasta los éxitos presentes, la mejor clasificación de la Historia: un valiosísimo cuarto lugar después de ganar a la mismísima Inglaterra. Y Antoni se consagró como el “gato con alas” –así le llamaron en Brasil- o, en versión femenina, “o mais guapo goleiro do mundo”.
                Ramallets era un portero elegante, seguro, reflexivo, mandón…Templado y sobrio, si hacía falta.  Incontinente y espectacular si el caso lo requería. Y aviso para los más jóvenes: el mejor y más completo en la Historia del Barça.  Hasta la explosión del actual  –si, también el mejor equipo de la Historia-Antoni  era el  jugador azulgrana  con más títulos, después de Guillermo Amor. Hoy, los Puyol, Xavi, Valdés y compañía han superado todo lo imaginable.
                Y si Antoni era elegante   en el campo, fuera de él no le anda a la zaga. Era –y es- un tipo esbelto y distinguido. Tan  esmerado que un día, Modesto, el entrañable cuidador de la época, querido y casi adorado por todos los jugadores, me desveló que en los desplazamientos cuidaba con mimo los pantalones de vestir de Ramallets, que colocaba  casi religiosamente debajo del colchón de la cama del hotel, para que no se desplanchara la  inmaculada raya que los hacía inconfundibles. Yo se que a Antoni no le gusta que desvele este “secretillo” –lo comprobé un día que coincidimos en un coloquio, en una peña de la Terra Alta- pero también sé que me va a perdonar porque los aficionados de hoy y de siempre deben conocer más y mejor a quien ha sido –repito- el mejor guardameta del Barça. Y un referente de toda la vida para el fútbol español y mundial.  Recientemente cuando Valdés recogió el “Zamora de Oro” se acordó del “señor Ramallets”. Un tipo que dice  de su compañero de homenaje, que “Seguer ha sido un grandísimo jugador  pero todavía le honra más el hecho de que es una mejor persona”.
                La amistad no puede vivir sin la estimación. Y los dos personajes que homenajeamos son dos grandes amigos.  Y yo me atrevería a añadir que dos rehenes de la eternidad, en lo más íntimo de la Historia del  Barça.

* Artículo publicado en El Periódico el 6 de abril de 2013

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