viernes, 25 de noviembre de 2011

¿Cómo podemos creer en los políticos?

dibujo: Orober
texto: Er-Murazor


No me gusta hablar de política. En realidad no me gusta la política ni, mucho menos, los políticos. Pero con las elecciones generales y autonómicas tan recientes, no hay más remedio.

            Esta vez, como todas, nadie ha perdido. Curioso…Es algo que solo pasa en esta falacia, fraude, engaño…que es la política. La política no es una ciencia exacta igual que la prensa no es la opinión pública. Aunque, en mi opinión, deberían serlo.

            Lo malo de los políticos es que son muchos –demasiados- los que se empeñan en meter  la cuchara. Pero hay muy pocos –por no decir ninguno- que realmente te ayude a hacer la sopa. Y es que el barón de Verulam lo tenía claro: “Es difícil ser un hombre ( o una mujer) políticos y, a la vez, un ser moral.”

            Durante las elecciones, Alicia Sánchez-Camacho (PP catalán) decía: “Hay que exigir a Zapatero que anticipe ya los 1400 millones del fondo de competitividad que le corresponden a Catalunya. Basta de mentiras y de excusas”.  Hoy, ganados estos comicios con mayoría absoluta, Jorge Fernández Díaz, candidato del PP por Barcelona, dice: “Pagar…pagar…Cuando toque. El 2013. ADELANTAR EL DINERO, ¡NI HABLAR!.” Y si les hablas del pacto fiscal, acerca del cual  más de uno se alineaba junto a Mas,  son capaces de decirte que no saben de que se trata.

            Artur Mas y la coalición nacionalista Convergencia i Unio pusieron el grito en el cielo con el aumento en las tarifas del transporte cuando lo acordaron –y ejecutaron-los miembros del tripartido en el poder por aquel entonces. Hoy, poquísimos días después de su posicionamiento en la Generalitat, los  mismos convergentes anuncian
oficialmente  el aumento de un diez por ciento a partir del primero de enero. Al margen de otras medidas que, de alguna manera, también afectarán a todo el mundo, más allá de los ajustes particulares sobre el sueldo de los funcionarios.
           
            Aunque probablemente ni Napoleón –ni su época- sean el mejor de los ejemplos, tampoco estará fuera de lugar recordar alguna de sus sentencias: “Nada va bien en un sistema político en el que las palabras contradicen a los hechos”. Y este es, precisamente,  el común denominador de cualquier político –matizo, y política- sea del color que sea.  Y es que, a lo que se ve, si el genio no necesita de la lógica si es artista, está muy claro que lo que no le hace falta, si es político, es moral.

            Andando el tiempo, uno aprende, en este valle de lágrimas, que con los enemigos tienes tres soluciones: apartarse de ellos, que es de perezosos; convertirlos en amigos, que es de sabios y/o eliminarlos como sea, que es lo que hacen los bribones…y los políticos.  Por eso tampoco es desacertado, de vez en cuando, recordar a Karl Marx cuando escribía que “el poder político es simplemente el poder organizado de unos, para oprimir a otros”.  Y aunque todos los políticos, en suma, coincidan, ¿no les parece que, en realidad, pueden estar equivocados?.

            Incluso en Estados Unidos, cuna del sentimiento liberal –nos dicen- desde que en Filadelfia se “adora” la famosa hendidura en la Campana de la Libertad, ha aparecido uno de estos días, un estúpido e ignorante político republicano que propone “despedir a todos los porteros de las escuelas públicas y que sean los alumnos más pobres los que se dediquen a barrer y fregar el suelo y los lavabos…cobrando por ello, claro”. Newt Gingrich, se llama el tipejo. Recuerden su nombre por si algún día llega a la Casa Blanca. Que tal como transcurren los tiempos….

            Yo no fui, precisamente, un acérrimo seguidor de Emilio Romero. Pero en cierta ocasión leí una frase suya que a cada día que pasa le doy más y más crédito: “Madurar en cinismo es propio del político”.

            ¿Qué les parece?


jueves, 24 de noviembre de 2011

Primer "Grand Slam" de España


El año 1986 el editor del “Boston Globe” mandó llamar a su redactor Bud Collins y le dijo: “Te vas a  Australia. Tu has “sobrevivido” a Paris, Londres y Nueva York. Ahora te queda Australia…¡Ves y conviértete en el primer periodista americano en cubrir el Grand Slam”!...Vas a ser el primero, si. . Como Cook, como Gutemberg, como Edison, como  Franklin. ¡Adelante, a por él…! ¡A por el Grand Slam!”.  Y añadió “de momento no se lo digas a nadie no sea que quieran adelantarse los de Nueva York, Chicago o Filadelfia y nos estropeen un “Grand Slam exclusivo”.

Bud Collins fue, pues, el primer PERIODISTA norteamericano en cerrar un Grand Slam”. Y a la vuelta, escribió: “He sentido la presión del Grand Slam. Una presión que me ahogaba. Había ido a Australia con un billete extendido bajo un nombre supuesto. Me animó un viejo australiano, Fog Fogarty  diciéndome: “Tu puedes hacerlo, tío…” Y yo me sentí como Stanley cuando fue enviado a África para dar con Livingston”.

A la vuelta, conseguido el objetivo, a Bud Collins le dedicaron una cena-homenaje a la que acudieron más de 3.000 personas. Recibió innumerables regalos y parabienes. ¡Y hasta una medalla del Congreso o algo parecido…!.

Aquel mismo año de 1986 un españolito mondo y lirondo, Josep María Ducamp consiguió lo mismo. Pero no era el primer “Grand Slam” de un periodista español. ¡Era el primer “Grand Slam” de cualquier ciudadano español! Nadie, hasta entonces, ni jugadores, ni periodistas, ni dirigentes, ningún español, lo había conseguido.

A la vuelta, “igualito” que Bud Collins…Aquí encontró un homenaje al desdén, la mala uva, envidias e indeferencia. Aquel año, Ducamp entendió, finalmente, porque “Spain is diferent”.


jueves, 17 de noviembre de 2011

¿CONOCEN A JULES RIMET, EL “PADRE” DE LA COPA DEL MUNDO?

Jules Rimet

TODA UNA VIDA DEDICADA AL FÚTBOL.
EL PRIMER PRESIDENTE DE LA FIFA PARA EL QUE “NUNCA SE PONÍA EL SOL”

Luchó por la paz, con visión de futuro:”La Fe y el Honor caen el olvido. El Oro es el Rey y nosotros sus esclavos.” 


Cuando Jules Rimet, presidente de la FIFA, acompañado de su hija Annette, subió en Villefranche sur Mer a bordo del trasatlántico “Conde Verde”, con destino a Montevideo, algo muy importante y trascendental iba a ocurrir en la Historia del Fútbol: quince días mas tarde llegaba a la capital del Uruguay y ante el delirio popular, el día 13 de julio del año 1930, nacía la Copa del Mundo. El primer partido lo disputaron Francia y México en el estadio de Pocitos donde jugaba habitualmente el Peñarol de Montevideo porque al famoso estadio del Centenario le faltaban todavía los últimos toques para dar por terminada su construcción. Se inauguró poco mas tarde, el 18 de julio, precisamente el día que el país conmemoraba los cien años de su independencia y 80.000 almas vibraron con el triunfo de su equipo, Uruguay, por 1-0 frente al Perú. Antes, en Pocitos, el interior izquierdo francés Lucien Laurent había tenido el honor de entrar en la leyenda al ser el primer jugador que marcaba un gol en la Copa del Mundo.

PRIMER CAMPEÓN

El 30 de aquel mismo mes de julio, ante 90.000 espectadores, Uruguay derrotaba en la final a Argentina (4-2), en el primer partido calificado de “altísimo riesgo”, con un despliegue policial impresionante y para el que no se anunció la designación del árbitro belga “monsieur” Langenus hasta tres horas antes de la  anunciada para el comienzo, justo cuando las autoridades locales dieron  al reducido colectivo europeo presente, toda clase de garantías para preservar la seguridad personal del colegiado.  Unos 30.000 argentinos (no les habían facilitado más que 10.000 localidades) atravesaron el río de La Plata y al llegar sus embarcaciones a Montevideo se encontraron con una prohibición taxativa: “ni un solo revolver argentino podía entrar en Uruguay”. Era la final soñada, revancha de aquella de dos años antes en  los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, donde Uruguay ya había vencido a sus vecinos por 2-1 en un segundo encuentro, puesto que en el primero habían empatado a un gol y entones no había prórrogas. En Buenos Aires, en Rosario, en La Plata…en toda Argentina con miles y miles de personas en calles y avenidas, el encuentro de afrontaba con una consigna:”la victoria o la muerte”.Pero también muchos aficionados de ese país llegaron a Montevideo cuando ya había terminado la final puesto que sus paquebotes se retrasaron muchísimo en mitad del río de la Plata, a causa de una intensa niebla.
           
Cuando la bandera de Uruguay fue izada, en calidad de primer campeón del mundo de fútbol, en la  Torre de los Homenajes  del estadio del Centenario, ante tanto clamor multitudinario, Jules Rimet dijo que “todos los uruguayos se sienten orgullosos de este momento que hace de su país el campeón de todos los deportistas del mundo entero. Y esta bandera ondeando al viento les ofrece el homenaje a tanta gloria” Antes, el capitán uruguayo Nazzazi había recibido el trofeo que acreditaba a su equipo como campeón, de manos del propio Jules Rimet que había encargado la realización del mismo al artesano francés Abel Lafleur. Se trataba de una obra de 30 centímetros de alto representado la “Diosa de la Victoria” que sostenía entre las manos elevadas por encima de su cabeza una especie de pilón de una fuente, de forma octogonal, simbolizando una copa. En total cerca de 4 kilogramos de plata maciza con 1’ 8 kilos de oro puro de 18 quilates, deseo expreso del presidente de la FIFA, dado que, según sus palabras, no se trataba de ostentación “sino como un símbolo ya que la Copa del Mundo debía convertirse en la  primera de las manifestaciones deportivas y el oro es el signo de la primacía”.El trofeo se rebautizó como “copa Jules Rimet” en 1946,  hasta que en 1970, tras el tercer título alcanzado por Brasil, que se la quedó en propiedad, se fabricó uno de nuevo, cuya imagen conocemos muy bien todos los aficionados. Aunque nunca se ha olvidado la referencia a “monsieur” Rimet al mencionar la Copa del Mundo de Fútbol.

Póster oficial Mundial 1930


RIMET, UN ABOGADO QUE CATAPULTÓ EL FÚTBOL

Pero, ¿quién fue ese hombre que llevó el balompié  al lugar primordial que hoy en día ocupa entre todos los deportes?.

Jules Rimet nació el 24 de octubre de 1873 en Theuley-lès-Lavancourt, en el departamento francés de la “Haute-Saône” y murió el 16 de octubre de 1956. Abogado de profesión, el fútbol ocupó plenamente toda su vida de adulto. Fundó el Red Star francés en 1897, presidió la Federation Française de Football desde 1919 hasta 1942 y la FIFA durante más de treinta años: desde 1921 hasta 1954. Y fue el incansable promotor de la Copa del Mundo de Fútbol superando múltiples dificultades entre gobiernos, federaciones, jugadores y Comité Olímpico, hasta ver realizado su deseo en aquella primera edición de 1930 en Uruguay, después de que acabaran renunciando a su organización otros aspirantes como Suecia, Holanda, Hungría, Italia y España. Entonces, en un Congreso previo en Barcelona (1929) y en atención a las tesis de los defensores de un olimpismo  radicalmente “amateur”, se tuvieron muy en cuenta las palabras del belga  Rodolphe William Seeldrayers quien argumentó: “Dado que el fútbol ya ha sido acusado repetidamente de estar dirigido bajo consideraciones financieras, nosotros debemos esforzarnos en no dar pie a estas ideas.” Bueno…Habría que ver que opinaría el hombre, hoy en día.

Jules Rimet permaneció hasta los 11 años de edad en su pequeña localidad natal, junto a sus dos hermanos y sus dos hermanas. Buen estudiante y alumno tenaz, consiguió un Primer Premio en el Certificado de Estudios Primarios. Y nunca dejó de ayudar a su padre detrás del mostrador de su tienda de comestibles, ni a su abuelo materno en el molino propio, cargando, descargando y repartiendo sacos de harina. Entonces, nadie habría soñado siquiera su profunda relación futura con un deporte que era un perfecto desconocido para la mayoría de la gente, incluido el propio  Rimet.

La guerra franco-prusiana, que había terminado unos años antes, condujo a Francia a una depresión agrícola importante que empujó progresivamente a la gente del campo hacia las grandes ciudades y especialmente hacia la capital Paris. Los padres de Jules no fueron una excepción. Emigraron a la metrópoli y se instalaron en la calle Cler, en el corazón mismo del barrio popular de Gros-Caillou. Había que trabajar duro para intentar hacer fortuna. En 1885, cuando el joven Rimet cumplía 12 años y acababa de hacer la Primera Comunión, se reunió con sus padres en la gran capital. Allí, en la explanada de los Invalides, cerca del domicilio familiar, hizo sus primeros partidos en un fútbol muy rudimentario. Y como colofón a su fuerza de voluntad, trabajando durísimo de día y estudiando por la noche, finalizó los estudios de bachillerato y se licenció en Derecho. Gracias a sus conocimientos  y tras un tiempo en calidad de pasante en el despacho de un letrado cercano a la Bolsa, pudo convertirse en asociado de un importante Gabinete de abogados especializados en la política recaudatoria. 

DEMÓCRATA-CRISTIANO

Debido a su formación católica, bajo los auspicios de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, Jules Rimet se inscribió en la militancia de la Democracia Cristiana, entendiendo que se situaba entre los católicos contra-revolucionarios e intransigentes y los republicanos anticlericales. Creía firmemente en una reforma legislativa capaz de favorecer una alianza favorable entre la Iglesia y el pueblo. En 1890 reunió a sus
correligionarios y les propuso la creación de una revista social, católica y demócrata. Se llamaría simplemente “La Revista” y estaría dedicada a la reforma social que él entendía debía ser prioritaria sobre la caridad. En ella, llegó a firmar diversos poemas con algunas reflexiones como las de que “la Fe y el Honor caen en el olvido; el oro es el Rey y nosotros simplemente sus esclavos”. Metido de lleno en esta cruzada y tras contraer matrimonio con Jeanne Peyrègne, el 22 de octubre de 1898, se une a su amigo y compañero Georges Delavenne  para, a través de las prácticas atléticas, emancipar a las juventudes obreras y bajo un plan colectivizado, acercar a todas las clases sociales. Para ello entendió que lo mejor era crear un club deportivo a través del cual llegar hasta las más altas cotas de influencia, en todo el país.. Y así nació, en 1897, el Red Star Club.

Jules Rimet no había sido un deportista de alto nivel. Nunca lo fue. Practicó esporádicamente la esgrima y el atletismo y al margen de aquellos partiditos de niños en los Invalides, no jugó un encuentro de fútbol relativamente serio más que para hacer el favor de sustituir a un amigo lesionado o ausente. Pero, en cambio, le apasionaba la oportunidad de participar activa y principalmente en le gestión de un club.

Diez años antes se había fundado en Francia la U.S.F.S.A. –“Union des Sociétés Françaises des Sports Athlétiques”- bajo la premisa de reglamentar y adaptar al país los diferentes deportes que habían nacido y se practicaban en las escuelas públicas inglesas. Entre ellos, en un principio, no tuvo lugar el fútbol, considerada una práctica poco recomendable a causa de su violencia pero, sobre todo, porque en Inglaterra, en esta especialidad, cada vez iba tomando mayor fuerza el profesionalismo. Cuando el Red Star vio la luz no había mas de 30 clubes en Francia que jugaban al fútbol y casi todos ellos formados por ciudadanos llegados desde Inglaterra. Las sociedades más importantes, como el Racing Club de Paris o el Stade Français crearon muy a contracorriente sus equipos de fútbol. Pero como sea que  el primer campeonato organizado en Francia lo tutelaba la U.S.F.S.A., Jules Rimet inscribió su Red Star en esa asociación de la que muy pronto llegó a ser un influyente miembro de la Comisión de Carreras a pie y, convertido en Secretario, creó el primer “cross-country” organizado en el país.

El fútbol, a pesar del puritanismo imperante en la época, iba creciendo. Desde 1872 Escocia e Inglaterra venían enfrentándose regularmente, al menos una vez al  año. Austria e Hungría hacían lo propio desde 1902. Francia jugó contra Bélgica en Bruselas, en 1904. Así las cosas comenzó a tratarse seriamente la posibilidad de crear un organismo encargado de controlar y desarrollar el fútbol a nivel mundial. Por esta razón, el 21 de mayo de 1904, en el 229 de la calle Saint-Honoré, de Paris, sede social de la U.S.F.S.A., nació la FIFA , bajo los auspicios de Robert Guerin, secretario general de aquella y C.A.W.Hirschman, que lo era de la Federación de Fútbol de Holanda. El acto de fundación de la FIFA lo firmaron poderhabientes de siete países: Francia, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Suecia, Suiza y España. Todos ellos representados por sus respectivas federaciones, excepto nuestro país por el que, dado que se carecía en aquel tiempo de asociación propia,  firmó el Madrid Football Club.

TENIENTE LAUREADO Y PRESIDENTE DE LA FIFA

Dos años más tarde, el grupo mayoritario de clubes franceses decidió separarse de la U.S.F.S.A. y crear  una “federación para el fútbol y los futbolistas”, naciendo así la LFA (Ligue de Football Association) de la que Jules Rimet es el presidente y que se unió a un llamado Comité Français Interfederal que era miembro de la FIFA desde 1906.  Esto ocurría el año 1910 y la primera gran Guerra (1914-18), impidió su total consolidación. Terminada la misma,  la LFA se convirtió, en 1919, en la Federación Francesa de Fútbol, continuando Jules Rimet en calidad de presiente. Durante la guerra, y ya con 40 años de edad, había sido destinado al 22 Regimiento Territorial de Infantería, con base en Rouen, siendo nombrado sargento al primer año. Luego fue subteniente y acabó en calidad de teniente y por méritos en el frente, con la Legión de Honor colgando de su pecho.

Durante todo el conflicto bélico Jules Rimet siguió trabajando  para llevar al fútbol hasta el último rincón del planeta. En  el Congreso  de 1920, Jules Rimet fue designado candidato único a la presidencia de la FIFA y nombrado oficialmente presidente un año mas tarde, el 1 de marzo de 1921. La Copa del Mundo seguía siendo su gran sueño. Como se ha dicho en principio, no fue hasta 1930 que pudo ver este sueño convertido en realidad. Otro de sus sueños era llegar a organizar el torneo en suelo francés, cosa que logró en 1938, dos años mas tarde de ser designado sede oficial en el Congreso de Berlín de 1936.  Pero para poder ver a los mejores jugando en Francia, Jules Rimet hubo de apelar a toda su influencia política a fin de que el estadio de Colombes fuera ampliado hasta poseer una capacidad de 60.000 localidades y el resto de las sedes fueran modernizadas con tal de acoger decorosamente a las delegaciones extranjeras que, de otro modo, se negaban a viajar a Francia. Rimet obtuvo del Estado los recursos suficientes para poner al día los campos de Antibes, Bordeaux, Le Havre, Marseille, Strasbourg, Reims y Toulouse. Pero la guerra civil española y la incertidumbre internacional acerca de una tensión que poco mas tarde acabaría en la eclosión de la Segunda Guerra Mundial, ensombreció un tanto la felicidad de Jules Rimet quien no obstante tuvo la alegría de ver como su nieto Yves, era el encargado de efectuar el sorteo de los partidos de la Copa del Mundo de Francia, en la Quai d’Orsay.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes ocuparon Paris en 1940 y Rimet, como presidente de la Federación Francesa y una vez firmado el armisticio, tuvo una primera reunión con el fin de poder continuar haciendo posible los encuentros deportivos. Tiempos duros, de dificultades inmensas. El país dividido en tres zonas no permitía los desplazamientos entre una y otra mas que con salvoconductos muy especiales y de enrevesada obtención. Además, aparte de los perdidos en combate, un millón y medio de soldados franceses cayeron prisioneros de los alemanes, entre ellos muchos futbolistas. Por todas estas razones, Rimet decidió dejar Paris e instalar la sede federativa en Marsella que estaba en la zona sur, llamada “libre”. A pesar de ello, como presidente de la Federación Francesa hubo de pactar con el Comisario General de Educación Física y Deportes, del régimen del mariscal Pétain, en Vichy, -a la sazón un ex-tenista de los llamados “mosqueteros”, Jean Borotra- reacio a admitir un fútbol con la participación de jugadores profesionales y que llegó a decretar que un juego entre “amateurs” no podía durar hasta los noventa minutos, estableciendo la duración de los mismos en ochenta minutos, así como la revisión de todos los contratos profesionales. Jules Rimet, después de haber luchado tanto, desde 1919, para consolidar un fútbol dentro de sus principios fundamentales, ya ampliamente aceptados, presentó su dimisión como presidente de la Federación Francesa, aunque continuó como Presidente de Honor y representante a nivel internacional.

Liberado Paris, en 1944, Jules Rimet recuperó su sillón presidencial  en la Federación Francesa de Fútbol. Y meses más tarde el Consejo Nacional, en su primera reunión tras cinco años de guerra, decidió otorgar a la Federación, como organismo  autónomo, toda la responsabilidad sobre un fútbol que no tan solo ha recuperado su calidad de profesional sino que la ha reforzado. Rimet puede entonces exigir  todo el apoyo moral y material de los poderes públicos.

LA COPA JULES RIMET

Copa Jules Rimet

Tras el cese definitivo de las hostilidades a nivel mundial, la FIFA vuelve a reunirse en el Congreso de Luxemburgo de 1946.  Allí se decide que en 1949 la Copa del Mundo se juegue en Brasil, cosa que va a suceder pero un año mas tarde, en 1950, debido a lo complejo que aun resultaba la composición y desarrollo de los grupos previos. Por cierto y como es bien sabido (antes del título mundial obtenido recientemente en Sudáfrica), en aquella edición se obtuvo la mejor clasificación de España en una fase final, cuarto puesto, con aquel legendario gol de  Zarra a Inglaterra. En aquella misma cita de Luxemburgo, que suponía el vigésimoquinto aniversario de la presidencia de Jules Rimet al frente  de la FIFA, todos los delegados, por unanimidad, acordaron que la Copa del Mundo de Fútbol iba a llamarse “Copa Jules Rimet”.

En 1949, Rimet viajó al Brasil para preparar el Mundial del año siguiente. La recepción al que fue calificado de “Papa del fútbol”, resultó infinitamente superior a lo que podía esperarse. Nadie, ni los propios franceses, habían imaginado nada igual. Los profesores de francés tuvieron trabajo extra a partir de entonces. Francia hubo de enviar al vasto estado sudamericano, “refuerzos” inmediatos. Jules Rimet visitó Rio de Janeiro y las obras del que iba a convertirse en el campo de fútbol mas colosal del planeta: Maracaná, capaz para 200.000 espectadores. Coliseo que luego se ha modernizado y reducido su aforo. El Gobierno del Brasil otorgó a Jules Rimet honores de Jefe de Estado y  le nombró  “Comandante de la Orden du Cruzeiro do Sul”, la mayor distinción nacional.

Diez meses más tarde Jules Rimet dejaba la presidencia de la Federación Francesa. La prensa escribió entonces que “será difícil  olvidar los buenos y leales servicios prestados a la causa del fútbol por el presidente Rimet.” Pero al frente de la FIFA todavía le quedó tiempo de influir en dos decisiones que, hoy en día, pueden parecernos una futilidad pero que tuvieron su trascendencia: En la Copa del  Mundo todos los  postes de la portería debían ser cuadrados…y los jugadores, todos… ¡calzados!. Esto último iba especialmente dedicado a los futbolistas de la India, cuya mayoría seguían jugando descalzos.

El 21 de junio de 1954, en Berna, Jules Rimet dejó de ser presiente de la FIFA y en su lugar fue elegido un viejo camarada, R.W. Seeldrayers, miembro fundador de la “Unión Real Belga de Clubes de Fútbol”. De su sucesor, dijo Rimet que se trataba de un hombre con “una mano de terciopelo enfundada en un guante de hierro”.

El señor Jules Rimet cesó en la  presidencia de la FIFA con 81 años de edad y, naturalmente, fue nombrado Presidente de Honor. Durante su mandato llegó a decir, con razón, dado el paso de gigante efectuado desde que accedió al cargo, una frase bien conocida en la Historia de España: “En el mundo del fútbol nunca se pone el sol”.

Y para la Historia, en general, las palabras que, probablemente, más y mejor definen el principal ideal de toda su obra: “QUIERO EL ENTENDIMIENTO Y LA PAZ EN EL MUNDO DEL FÚTBOL”. 

Pues, eso…¿Que les parece que diría hoy, el caballero, de seguir entre nosotros?.



martes, 8 de noviembre de 2011

Sinfonía en blanco y negro


                   Hoy, cuando se debate si el Barça de Guardiola es “el mejor equipo de la Historia”-cuestión difícil e imposible de discernir- o, en tono menor, si practica el mejor fútbol jamás visto, me parece oportuno recordar a los más jóvenes algo que ocurrió el 26 de enero de 1955 –pronto se cumplirán, pues, 57 años- y que quienes pudimos verlo en directo no lo olvidaremos jamás. Hablamos, eso si, de un solo partido. De un acontecimiento aislado y singular. Pero que fue arte puro… Al día siguiente, a la hora de juzgarlo, los medios de comunicación agotaron todos los adjetivos que suponían pasmo, admiración y reconocimiento. He aquí algunos titulares: “SINFONIA DEFINITIVA”, “PIEZA MAESTRA”, “ESPLÉNDIDO Y LUJURIOSO COLORIDO”, “CONCIERTO FUTBOLÍSTICO INENARRABLE”, “CARNAVAL DE FÚTBOL” y un largo etc.
          En un campo –entrañable escenario de mi niñez- de Las Corts, abarrotado y expectante, jugaron por vez primera con tanto público, vistiendo la misma camiseta, Ladislao Kubala y Alfredo Di Stefano. Aquel 26 de enero fue la fecha escogida para celebrar un partido benéfico que iba a enfrentar una Selección de Barcelona al equipo italiano del Bolonia, segundo clasificado en el “calcio” del momento, detrás del Milán. Representaban, pues, a un fútbol de primera línea si bien todavía estaban recuperándose de la catástrofe aérea de Superga ocurrida seis años antes, en la que perdieron la vida los jugadores del Torino, sin duda el mejor equipo europeo de la época y probablemente del mundo, con hombres tan recordados como Bacigalupo, los hermanos Ballarin, Mazzola, Martelli, Castigliano, etc. Por cierto que de aquel desastre se había librado Kubala por pura casualidad. Aunque esta ya es otra historia.
          Tratándose de un encuentro con fines benéficos y dadas las “especiales” circunstancias que rodearon el fichaje de la “saeta rubia” por el Real Madrid, en dura y polémica pugna con el FC Barcelona, Santiago Bernabeu, presidente blanco, aceptó ceder a su jugador-estrella para que se alineara en un partido esperado en la Ciudad Condal como oro en paño. No obstante, dos días antes del señalado para el encuentro, llegaron inquietantes rumores originados en la capital, diciendo que el astro argentino, lesionado, no podría desplazarse a Barcelona, lo que obligó a que la directiva del Real Madrid emitiera un comunicado oficial confirmando su presencia, conforme a lo acordado.
          Los colores oficiales del Bolonia eran camiseta azulgrana y pantalón blanco. La Selección de Barcelona vistió camiseta blanca y pantalón negro. Disputaron un trofeo cedido por el Excmo. Señor Gobernador Civil de la Provincia, Felipe Acedo Colunga. El partido dio comienzo a las tres horas y cuarenta minutos de la tarde, un horario habitual en aquel entonces y en las taquillas no quedó ni una sola localidad. La entrada general costaba 15 pesetas y los socios del Barça y del Espanyol (entonces Español, claro) pagamos 10 pesetas. Comparativamente vale la pena recordar que tres días antes, en partido de Liga que el Espanyol disputó, en su campo de Sarriá, frente al Valladolid, las “entradas especiales” costaban 17 pesetas, el “gol con asiento fijo”, 35 pesetas y en la “tribuna central” se llegó al astronómico precio de 125 pesetas. Para los que no conocieron la peseta o no la recuerdan sería algo así como unos…¡75 céntimos de Euro!.
          En la última jornada de Liga disputada, el Barça, al empatar (2-2) en el Metropolitano frente al Atlético de Madrid,   atrapaba al Real en el primer lugar de la Liga, igualados a 39 puntos. El  Espanyol que también empató en casa, a un gol, con el Valladolid era quinto por la cola, superando a Coruña, Málaga, Alavés y Santander. El Bolonia, por su parte, llegaba imbatido en su Liga, después de 9 partidos disputados y tras acabar de superar, a domicilio, al Pro Patria por 0-2. Por cierto que este era el equipo de Busto Arsizio que había acogido a Kubala, tras su huida de Hungría y antes de recalar, definitivamente, en el fútbol español.
          Aquel mismo día los azulgrana Ramallets (guardameta), el medio volante  Bosch y los  delanteros (extremos) Tejada y Manchón, convocados por el seleccionador nacional Ramón Melcón estaban en Madrid para un partido de preselección que enfrentaba a España con el equipo belga  del S.E. Royal Liegeois. Lo mismo ocurría con el españolista Marcet, llamado a última para suplir al lesionado Pérez Payá. Así las cosas, José Luis Lasplazas, periodista decano de la prensa deportiva barcelonesa y encargado de confeccionar la Selección de Barcelona, decidió alinear, como titulares, a defensa y media del Espanyol y una delantera del FC Barcelona reforzada con el citado Di Stéfano. La lista de convocados la componían los porteros Domingo y Soler, los defensas Argilés, Parra y Gimeno, los medios Gámiz, Faura y Gonzalvo III y los delanteros Mandi, Villaverde, Kubala, Moll, Basora, César y Di Stéfano.
          Jugaron, por los barceloneses, bajo el patrón del momento, una WM a la inglesa, Domingo; Argilés, Parra, Gimeno (Faura); Gámiz, Faura (Gonzalvo III); Basora (Mandi), Villaverde (Moll), Di Stéfano, Kubala y Moll (Basora). Entre paréntesis, los cambios habidos en la segunda parte.    El Bolonia alineó a Giorcelli; Greco (Rota), Giovanni (Greco), Nolli; Ballacci, Pilmark (Cansen); Valentinazzi, Pozzan, (García), Pivatelli, García (Randon) y Capello.
          No se confundan. Aquel Capello no es el Fabio que todos conocemos. Fabio tenía entonces, 9 años.  Lo que quizá les llame la atención es la presencia de un apellido evidentemente español –García- uruguayo de nacimiento y que le quedaban cinco meses de contrato con el Bolonia y estaba deseoso de regresar a su país de origen, donde acababa de inaugurar un pequeño comercio y le esperaban su esposa y un niño de corta de edad. Fue tanteado por algún equipo español pero no quería prolongar su estancia en Europa. Después de aquel partido se fue a cenar y a “platicar” con sus compatriotas Villaverde y Moll que habían formado parte del combinado barcelonés y  quienes le contaron las excelencias de jugar y vivir en España. Pero ni por esas…
          En los comentarios pre-partido, la prensa de la Ciudad Condal era unánime en sus predicciones:”de la unión por primera vez en el mismo equipo de Kubala y Di Stéfano, se esperan auténticas diabluras”. Como se puedo comprobar luego, estos comentarios incluso se quedaron cortos. La Selección de Barcelona ganó por 6-2. El primer tanto llegó cuando apenas habían transcurrido 30 segundos, después de que Di Stéfano cediera el balón a Basora, éste chutara y, tras un rechace, Faura inauguró el marcador de un disparo lejano.
          Apenas 3 minutos más tarde, a la salida de un córner, remató Kubala, duro y por bajo, para establecer el 2-0. A  los 23 minutos, un gol de ensueño: Kubala controló el balón, avanzó, pasó de tacón a Di Stéfano que llegaba desde la segunda línea y la “Saeta” remató con potencia: 3-0. Pero, a pesar de la belleza de esa jugada y el gol, aun fue superado por el 4-0, que marcó Kubala. La jugada nació en sus botas. Tras ceder la pelota a Faura,  Kubala buscó el desmarque en profundidad y le pidió al españolista que se la devolviera. Faura templó el pase con tino, Kubala hizo un control orientado, superó a la defensa y con una mágica vaselina batió el meta italiano. Claro que entonces esa palabra no se empleaba y todo quedaba en un” balón bombeado”. Pero el gol fue para enmarcarlo. Era el minuto 26.
          El joven delantero centro italiano, Pivatelli, un chico de 20 años que ya era la gran esperanza de futuro del “calcio”, estableció el 4-1, en el minuto 29
          Pasada la media hora, en el minuto 33, Estanislao Basora corrió por su banda derecha, levantó la cabeza, centró hacia atrás y Dagoberto Moll  llegó para controlar la pelota y marcar el 5-1, chutando con serenidad y a media altura. Y el propio Moll fue el autor del 6-1, tras recibir un pase adelantado, al espacio, de Kubala, que le permitió driblar al portero y marcar.
          Y Pivatelli, otra vez,  a los 20 minutos de la segunda parte, aprovechando un balón que se le escapó  a Marcel Domingo, estableció el 6-2 definitivo. Al final, puso por las nubes a su marcador, el central Parra a quien calificó de “muy buen defensa y muy noble”. Nobleza que, en la época, le costó alguna crítica de quienes sostenían, entonces como ahora, que un defensa debe “pegar más”. El egarense Parra, santo y seña del Espanyol, nunca lo hizo, entre otras razones porque le bastaba y sobraba con su clase exquisita. El propio Kubala admitía y glosaba la clase de Parra, al reconocer, tras el partido que “así da gusto jugar. Lo otro, es una guerra”.
          Di Stéfano,  declaró que “en la primera parte estaban como asustados porque tal como jugábamos nosotros no era para menos. No tuvimos necesidad de seguir apretando en el segundo tiempo”. Por cierto que en el último minuto de la primera parte, Alfredo se había presentado, solo, ante el portero…y le entregó, gentilmente, la pelota. Preguntado, al final, porque lo había hecho, contestó: “No quise fusilarle. Ya bastaba con 6 goles”.
          Incluso Ramón Alberto Villaverde que, con molestias físicas, no había tenido su mejor día, mereció este elogio del periodista madrileño Rafael Martínez Gandia en las páginas del entonces semanario Marca: “Decían que era un petardo. Ha resultado ser la bomba H…con bigote”. Lo cierto es que, en Barcelona, a pesar de que Villaverde fuera capaz de fallar goles cantadísimos, le llegamos a querer mucho. Y entre nosotros se quedó para siempre.
          El entrenador italiano, Vini, se mostró entusiasmado con lo que había presenciado. Y paladeado a pesar de la amplia derrota. “Tengo 54 años –dijo- he sido internacional y debo reconocer que nunca había visto nada igual. No me duele la experiencia porque he asistido a una gran tarde de fútbol. Jugar mejor, es imposible”.
          Y, ciertamente, el espectáculo de aquel primer tiempo resultó excelso. Realmente sublime. En el viejo y entrañable campo de Las Corts, resonaban las voces de los jugadores, dadas sus especiales características y la cercanía de de las gradas al césped. Ya desde el primer minuto Kubala y Di Stéfano tuvieron un especial deseo de sintonizar y de llegar al público. Así, cuando tenía el balón el barcelonista, Di Stéfano emprendía una veloz carrera, gritando “Lasziiiii…mientras esperaba que le llegara el balón servido por su buen amigo. Amigo a pesar de que éste era el líder  del eterno rival. Y el pase, de treinta metros, siempre en profundidad, llegaba medido, preciso, magistral. Y si la pelota estaba en poder del madridista, era Kubala quien corría y gritaba, a su vez, “Alfredooo…”. Y él era, entonces, el receptor de otro pase perfecto, metódico, soberbio. Quienes tuvimos la suerte de ver y disfrutar, en directo, aquel partido, asistimos a una lección de fútbol en todos los órdenes: desmarques, engaños, filtraciones, toques en corto, pases largos, diagonales dibujadas…Toda una sinfonía de combinaciones a cual más bella, exacta y espectacular.
           Seguro que si a Di Stéfano le preguntan hoy en día –como ya lo hicimos entonces- si “se había sentido muy a gusto” recibirán la misma respuesta: “Acertaste, viejo. Muy a gusto”. Pero aquel día, al oír esto y en la penumbra del vestuario, alguien apostilló:”Pues así te hubieras sentido siempre de no haberte dejado marchar”. Esta frase, clara alusión a la pugna Barça- Real Madrid por su fichaje, no tuvo, entonces, respuesta. Hoy  probablemente la tendría y muy concreta, visto el posicionamiento de Alfredo como santo y seña del madridísmo  de la mejor época y su condición de Presidente de Honor de un club que, mal que nos pese a los barcelonistas, se lo ha dado todo.
          Lo que si habría hoy, como las hubo entonces, en el caso de que el gran Kubala siguiera entre nosotros, son las palabras de los dos monstruos del balompié que siempre tuvieron una consigna clara: “Aquí jugamos todos. No somos nosotros solos. Formamos un equipo”.
          Pero ellos, uno y otro, otro y uno, establecieron la diferencia. Los aficionados más jóvenes no habíamos visto nada parecido. Tan solo comparable, por decir algo, a lo que poco tiempo antes nos había ofrecido la visita, en el mismo escenario de las Corts, el San Lorenzo de Almagro argentino, también azulgrana, por cierto, que sentó cátedra con los míticos Pantoni, Ferro y compañía, a la vez que nos enseñaba que al fútbol se juega mejor con “zapatillas” que con aquellas botas infames que calzábamos nosotros, niños, jóvenes, aficionados y profesionales, que pesaban como medio kilo cada una.¡Y no digamos, refregadas en el barro, un día de lluvia!
          En definitiva, aquel 26 de enero de 1955 bien puede afirmarse que se acabó con la socorrida cantinela de que “cualquier tiempo pasado, fue mejor”. Ya no lo era. Habíamos asistido a la sublimación del fútbol.
          ¡Ah!, casi me olvido de decir que el partido lo arbitró Azón, el mejor colegiado de la época. Claro que, de hecho, fue como si no hubiera estado…


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cuando la ignorancia se viste de seda



El Conde Duque de Olivares, según Gregorio Peces Barba, es el culpable de que Portugal sea extranjero y Cataluña – con ñ, claro- pertenezca al Estado Español. Y el tal Gregorio Peces Barba –uno de los padres de la Constitución, ¡vaya por Dios!- se preguntaba, en un congreso de la abogacía, habría pasado si España se hubiera quedado con Portugal en lugar de seguir con Cataluña. ¿No la sabe?. Veamos…

El tal Conde-Duque le pidió al rey Felipe IV “reducir los reinos de que se compone España-Portugal, Aragón, Valencia y condado de Barcelona-  al estilo y leyes de Castilla”. Una tendencia centralista y autoritaria  para aumentar la presión fiscal, especialmente, sobre la corona catalano-aragonesa. La obsesión del caballerete en cuestión se centraba, fundamentalmente, en mantener la soberanía hispánica en los Paises Bajos y para ello necesitaba dinero. Mucho dinero.

Y eso es lo que han hecho, todos, desde entonces. Dinero. Mucho dinero…Un déficit fiscal flagrante para los catalanes  del que todavía nos dolemos. Y, encima, insultados, vituperados y mal vistos. Hemos sufrido y seguimos sufriendo una política autoritaria y centralizadora de la monarquía hispánica.

Pretendieron –y, en parte lo lograron-embarcar a los catalanes en conflictos absurdos, desde la creación de la llamada “Unión de Armas”, a la que Cataluña debía aportar 16.000 soldados –Aragón, 10.000, Valencia, 6.000 y Baleares, otros 6.000-  hasta la guerra contra Francia que el Conde-Duque planeó atacar a través de Cataluña para involucrar así a los catalanes que, según las constituciones de Catalunya, sus gentes solamente estaban obligadas a tomar las armas en defensa de su propia tierra.  Pero las cosas no fueron como el Conde-Duque planeaba. La presencia de las tropas de Felipe IV en Catalunya fue un caos absoluto, promovió la revuelta de los campesinos y la conocida como “Guerra del Segadors”.   Todo acabó con Cataluña volviendo a estar bajo la soberanía del Borbón quien proclamó una amnistía general pero la guerra contra los franceses continuó hasta la llamada”Paz de los Pirineos”. Y la Cataluña que ansiaba el centralismo quedó capitidisminuida ya que en esa guerra, nunca querida, se mutiló el territorio catalán que perdió el Rosellón, el Conflent, el Vallespir y la mitad norte de la Cerdanya.

Así, pues, Cataluña continuó en España y siglos más tarde acogió miles y miles de compatriotas llegados de Andalucía, Extremadura, Murcia, etc. etc. que llegaron en busca de comida y trabajo, huyendo del paupérrimo vivir de sus tierras de origen. Y nacieron los “Altres Catalans”, el legado de Candel, que ayudaron a hacer más grande Catalunya y cuyas segunda y tercera generaciones se convirtieron en nuevos y devotos catalanes, sin olvidar, eso nunca, porque ello es de bien nacido, su procedencia.

Esas gentes serían extranjeros en su casa, como los que emigraron a Alemania, Francia, etc. etc. Todo eso habría pasado, señor Peces Barba, en una España sin Cataluña. No es tan difícil entenderlo. Y no hace ninguna falta preguntarlo. Y, sobre todo, lo que sobra de verdad es la referencia a los bombardeos a que se sometió nuestra ciudad, lamentablemente la primera en la que se  masacró de forma infame a la población civil, en toda la historia de la Humanidad. Usted mismo quedó retratado con sus indecentes palabras. Lo mismo que las docenas de colegas que las aplaudieron. Rezuman odio, rencor y, sobre todo, ignorancia. Mucha ignorancia, a pesar de las orlas universitarias que puedan lucir en las paredes de sus despachos.

Y si nos es permitido un atisbo de frivolidad en algo tan serio, para los que preguntan que sería del FC Barcelona en una Catalunya fuera de España, bastará recordarles que el Celtic de Glasgow, en 1967, ganó la Copa de Europa –hoy, Champions- derrotando en la final al todopoderoso Inter italiano de los Mazzola, Faccheti, Sarti, Corso, etc. entrenado por Helenio Herrera. Escocia tiene hoy poco más de 5 millones de habitantes y Catalunya supera…los siete millones y medio.

No le parece, pues, señor Peces Barba, que la pregunta debería ser esta otra: “ ¿Qué habría sido de Catalunya…sin España?.” Son muchos, muchos, los que piensan que Suiza habría tenido una dura competencia. Suiza, precisamente, una República Federal…¡con 26 estados (cantones)!, un número de habitantes similar al de Catalunya-ligeramente superior- pero, por suerte para ellos, sin ningún Peces Barba imbuido de cretinismo.