jueves, 21 de junio de 2012

Una Francia distinta

Laurent Blanc

Faltan pocas horas para que Cristiano Ronaldo vuelva a gritar aquello de “Yo soy el balón de Oro”. Después de un muy mal comienzo en esta Eurocopa, Portugal tiene más cerca que nunca las semifinales, ante el rival menos temible de estos cuartos: la República Checa. Pero lo que no debe preocupar es la Selección de Francia. Pasó malhumorada  a estos cuartos, con una muy mala imagen en el campo y peleas, discusiones y mal rollo, en el vestuario. Y ahora, temor y preocupación porque llega España.
                Son muchos, pues, los que, seguidores de España, ya se ven en semifinales…a pesar de que la Historia diga que la “Roja” no le ha ganado nunca a  los “bleus” en partido oficial. Pera esta es otra cuestión. Hoy, España, vigente campeona de Europa y del Mundo, es favorita. No se puede negar. Pero que nadie se lleve a engaño. Ya ha dicho y repetido que esta Francia que se encontrará España, seguramente no será la que cayó malparada ante Suecia.
                Laurent Blanc es un buen entrenador. Arregló pronto el desaguisado de Domenech y su equipo llevaba mucho tiempo sin perder. Ahora, ante España, la mentalidad va a ser otra. Blanc, occitano de nacimiento –Alès, 1965- es culé desde jovencito. Su padre le acompañaba, en automóvil, cuando el Barça jugaba en casa, desde Montpellier a Barcelona. Vivió, así, infinidad de partidos del Barça, mucho antes de que llegara a convertirse en jugador azulgrana, la temporada 96-97. Fueron 42 partidos y un solo gol, antes de comprobar que, en general, no fuimos justos con su fútbol fino, elegante, de clase, que, por lo visto, no llegamos a comprender. Pero Laurent ha seguido con esa mentalidad del Barça y quiere que sus equipos jueguen como si tuvieran el famoso ADN azulgrana. El, como central, conducía el balón con clase, iniciando la jugada desde atrás, en corto y en largo. Le gusta un medio campo “jugón”, la posesión y el juego de ataque. Ante Suecia falló la defensa. Ahora será diferente, porque cerrarán mejor los espacios. Ya ha dicho Blanc que “Croacia nos enseñó el camino”. Francia no perderá su esencia, su gusto por el buen fútbol y si no tiene el balón, será porque España lo gane, no porque lo cedan.
                A mí me gusta Debuchy. Las diabluras de Jordi Alba por esa banda –doblando o no a Iniesta- deberán tener un matiz distinto. Atentos a las pérdidas de balón. Mexes –sancionado- no estará en el centro de la defensa. La presencia –seguramente- de Koscielny  junto a  Rami, tendría para Del Bosque una doble lectura, a la hora de  decidir si juega con Torres, Llorente…o  Cesc. Ya saben, el 9…o el “falso” 9. El del Barça fue capitán del Arsenal.  Koscielny juega en esa defensa  “gunner”. Sabe de Cesc. Pero el de Arenys también le conoce a él. He aquí un posible duelo anímico. En el medio campo, me “sobra” la dureza de Diarra y temo por la integridad física de Xavi, corazón y pulmón de la Roja. Pero me gusta el bien hacer de Cabaye. Y delante, todos conocemos a Benzema…y él también sabe de Piqué…y de su buen  amigo Ramos.
Discutido o no, a mi me entusiasma Ribéry. Que no le dejen espacios; y mucha anticipación para que no controle. Con la pelota en los pies es un diablo. Todos hablan muy bien del meta Lloris. No sé que decir…Le he visto fallar mucho. Demasiado.  No es el estilo español  pero prueben con alguna contra. El sentido colectivo, de ataque, deja algún hueco por el que co- larse, atrás.
En fin, será otra Francia, distinta a la del otro día. Espero que España también sea otra España, distinta a la que se enfrentó a Croacia, prácticamente con los deberes de las primeras lecciones, hechos. Pero una cosa está clara: pronóstico español. Claro que…ya saben, “fútbol, es fútbol”.


lunes, 11 de junio de 2012

Siempre nos quedará Nadal

foto: mediateca de rtve . Rolan Garros 2012

El  destino ha querido coronar a quien ya es, sin discusión, el mejor jugador sobre tierra batida de la Historia del Tenis. El indiscutible número UNO.
                En la pista central del Bois de Boulogne, llamada desde hace algunos años Philippe Chatrier en homenaje a quien fue presidente de la Federación Francesa primero y de la Internacional, después, el mallorquín Rafael Nadal ha ganado la final del que es el segundo torneo de Grand Slam –en orden simplemente correlativo- del año: Roland Garros. Y ha ganado superando al actual número uno del “ranking” ATP, el serbio Novak Djokovic, por 6-4,6-3, 2-6 y 7-5, después de 3 horas y 49 minutos de una lucha dura, firme, rigurosa, exigente…
                Nadal pudo verse ganador cuando dominaba por 6-4,6-3 y 2-0, momento en que la lluvia –y el serbio- cambiaron el rumbo que había tomado el partido. Una pista mojada, una bolas más pesadas, un “lift” –el de Nadal, ya que Nole juega más “plano”- que pierde lógica profundidad , un Juez de Silla dubitativo y un Juez Arbitro que no interviene cuando debe –lo hace tarde y mal- le dan una vuelta espectacular a los acontecimientos. Djockovic encadena 8 “games” seguidos, se anota el tercer periodo por 6-2 y domina en el cuarto por 2-1, con “breack” inicial. Aquí, si, por fin, llega la suspensión definitiva hasta el día siguiente, lunes. Antes, con 6-4 y 5-3 para el mallorquín ya hubo una primera interrupción durante 31 minutos. Nadal se enfada  con Stefan Fransson, el Juez Árbitro: “¿Ahora sí que paras el juego? ¿Por qué no lo has hecho antes cuándo no se podía jugar?” En aquel asomo de barrizal los golpes con efecto y bote corrido de Rafa, no tomaban altura ni tenían profundidad. Un tiro a la línea de servicio, a media pista, era una invitación al vals para el “swing” bajo de Djokovic
                Desde 1973 la lluvia no había obligado a los organizadores a retardar la final. Entonces, fue, la final más larga… y, a la vez,  más corta de la Historia. El rumano Ilie Nastase –un genio, aviso, para quien no le haya conocido, jugando- le ganó al zurdo yugoslavo, Nikky Pilic, 6-3-6-3 y 6-0… el martes siguiente al domingo en que estaba programada la final. Nasty  superó, sin ceder un solo “set”  a Pinto Bravo, Hrebec, Fassbender, Jauffret, Taylor, Gorman y al ya mencionado Pilic, en la final. La lluvia molestó como tantas otras veces y no fue ajena a sorpresas como las que representaron en la tercera jornada, las eliminaciones del australiano Newcombe, el  americano Richey y el español Gimeno. John Newcombe, que había ganado los Internacionales de Australia, había anunciado su deseo  de recorrer el camino que le permitiera componer el “Grand Slam”. No pudo ser. Por cierto, que el “Grand Slam” solo se consigue si se ganan los cuatro grandes (Australia, Paris, Londres y Melbourne)  en un mismo año.. Por eso se equivocan los comentaristas que habían anunciado que, esta vez, en Roland Garros, Nadal se jugaba superar a Borg en títulos de Roland Garros –ya saben, 6 por 7- y Nole componer el Grand Slam ya que venía de ganar Australia y, el año pasado, Londres y Nueva York. Hubiera ganado los cuatro grandes, de corrido, si…pero en dos años. Y eso, por meritorio que sea, no vale. Cuando lo hizo Martina Navratilova le hicieron devolver premio y honor que, prematuramente, le habían otorgado.
                Por cierto que aquel año de 1973, la noticia más importante deña o fue el boicot de la mayoría de los grandes tenistas, a Wimbledon. Y todo empezó, precisamente, en Paris, dos horas después de que Pilic perdiera aquella final con Nastase. En aquel preciso momento la Federación Internacional anunciaba al rubio yugoslavo que le suspendía durante un mes. La Federación de la entonces Yugoslavia, alegando que Pilic se había negado a jugar la eliminatoria de Copa Davis contra Nueva Zelanda ( con apretado triunfo, 3-2, de este último país), pidió la descalificación del ex -profesional por…¡nueve meses!.  Pero la ATP, organización de novísimo cuño, le defendió y se puso de su parte. Sus compañeros boicotearon Wimbledon . ¡Hasta 66 jugadores dejaron de participar!…Ausentes, pues, los mejores,  ganó el checo Kodes, muy buen jugador…pero mejor en tierra que en la  hierba londinense. La final se la ganó Kodes a otro hombre preferentemente de arcilla, como el ruso Metrevelli.
                Retomando el filo de la actualidad, hay que aplaudir como se merece la victoria de Nadal., sobreponiéndose a todo…y también, como es natural, a la clase y categoría de su oponente, actual número uno del mundo. Djokovic y su gente –padres , novia y amigos- quizá se vieron campeones antes de tiempo, dada la remontada de su jugador, tras haber cedido las dos manga iniciales. Una vez consumada la suspensión, a última hora del domingo, estaban exultantes, felices y contentos, dedicándose a lo que parecía una celebración anticipada: acabaron con el Möet  y se fumaron –que no mordisquearon- algún habano de marca postinera. Djana, la madre  del número uno, parecía la más convencida de todos, como ya había mostrado en el palco de invitados.
                Pero Nadal sabe, mejor que nadie, lo que supone la reflexión, el trabajo, la voluntad, la exactitud, la precisión… Nada que se consiga antes de tiempo, con el azar por aliado, tiene auténtico valor.
                Y no se extrañe nadie que, al final, luciera el sol. París debe ser, seguramente, la Melbourne europea. Allá, en Australia, en la capital de Victoria, se viven, a menudo, las cuatro estaciones del año…en un solo día. Aquí, en París, sino las cuatro, al menos tres pueden acontecer en una sola jornada. Nunca olvido que, tras más de cuarenta años dando vueltas por el mundo, fue precisamente en la capital de Francia donde, después de pasar un frio infernal en la pista de ese mismo Roland Garros, al día siguiente, por la noche, en el hotel en el que me  alojaba tuvieron que llamar, de madrugada, a un médico de urgencia para que me tratara…¡una insolación!.
                 Ya saben, “siempre nos quedará París”. Y haciendo buena la frase, al deporte español, pase lo que pase, “siempre le quedará Nadal”.