jueves, 17 de noviembre de 2011

¿CONOCEN A JULES RIMET, EL “PADRE” DE LA COPA DEL MUNDO?

Jules Rimet

TODA UNA VIDA DEDICADA AL FÚTBOL.
EL PRIMER PRESIDENTE DE LA FIFA PARA EL QUE “NUNCA SE PONÍA EL SOL”

Luchó por la paz, con visión de futuro:”La Fe y el Honor caen el olvido. El Oro es el Rey y nosotros sus esclavos.” 


Cuando Jules Rimet, presidente de la FIFA, acompañado de su hija Annette, subió en Villefranche sur Mer a bordo del trasatlántico “Conde Verde”, con destino a Montevideo, algo muy importante y trascendental iba a ocurrir en la Historia del Fútbol: quince días mas tarde llegaba a la capital del Uruguay y ante el delirio popular, el día 13 de julio del año 1930, nacía la Copa del Mundo. El primer partido lo disputaron Francia y México en el estadio de Pocitos donde jugaba habitualmente el Peñarol de Montevideo porque al famoso estadio del Centenario le faltaban todavía los últimos toques para dar por terminada su construcción. Se inauguró poco mas tarde, el 18 de julio, precisamente el día que el país conmemoraba los cien años de su independencia y 80.000 almas vibraron con el triunfo de su equipo, Uruguay, por 1-0 frente al Perú. Antes, en Pocitos, el interior izquierdo francés Lucien Laurent había tenido el honor de entrar en la leyenda al ser el primer jugador que marcaba un gol en la Copa del Mundo.

PRIMER CAMPEÓN

El 30 de aquel mismo mes de julio, ante 90.000 espectadores, Uruguay derrotaba en la final a Argentina (4-2), en el primer partido calificado de “altísimo riesgo”, con un despliegue policial impresionante y para el que no se anunció la designación del árbitro belga “monsieur” Langenus hasta tres horas antes de la  anunciada para el comienzo, justo cuando las autoridades locales dieron  al reducido colectivo europeo presente, toda clase de garantías para preservar la seguridad personal del colegiado.  Unos 30.000 argentinos (no les habían facilitado más que 10.000 localidades) atravesaron el río de La Plata y al llegar sus embarcaciones a Montevideo se encontraron con una prohibición taxativa: “ni un solo revolver argentino podía entrar en Uruguay”. Era la final soñada, revancha de aquella de dos años antes en  los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, donde Uruguay ya había vencido a sus vecinos por 2-1 en un segundo encuentro, puesto que en el primero habían empatado a un gol y entones no había prórrogas. En Buenos Aires, en Rosario, en La Plata…en toda Argentina con miles y miles de personas en calles y avenidas, el encuentro de afrontaba con una consigna:”la victoria o la muerte”.Pero también muchos aficionados de ese país llegaron a Montevideo cuando ya había terminado la final puesto que sus paquebotes se retrasaron muchísimo en mitad del río de la Plata, a causa de una intensa niebla.
           
Cuando la bandera de Uruguay fue izada, en calidad de primer campeón del mundo de fútbol, en la  Torre de los Homenajes  del estadio del Centenario, ante tanto clamor multitudinario, Jules Rimet dijo que “todos los uruguayos se sienten orgullosos de este momento que hace de su país el campeón de todos los deportistas del mundo entero. Y esta bandera ondeando al viento les ofrece el homenaje a tanta gloria” Antes, el capitán uruguayo Nazzazi había recibido el trofeo que acreditaba a su equipo como campeón, de manos del propio Jules Rimet que había encargado la realización del mismo al artesano francés Abel Lafleur. Se trataba de una obra de 30 centímetros de alto representado la “Diosa de la Victoria” que sostenía entre las manos elevadas por encima de su cabeza una especie de pilón de una fuente, de forma octogonal, simbolizando una copa. En total cerca de 4 kilogramos de plata maciza con 1’ 8 kilos de oro puro de 18 quilates, deseo expreso del presidente de la FIFA, dado que, según sus palabras, no se trataba de ostentación “sino como un símbolo ya que la Copa del Mundo debía convertirse en la  primera de las manifestaciones deportivas y el oro es el signo de la primacía”.El trofeo se rebautizó como “copa Jules Rimet” en 1946,  hasta que en 1970, tras el tercer título alcanzado por Brasil, que se la quedó en propiedad, se fabricó uno de nuevo, cuya imagen conocemos muy bien todos los aficionados. Aunque nunca se ha olvidado la referencia a “monsieur” Rimet al mencionar la Copa del Mundo de Fútbol.

Póster oficial Mundial 1930


RIMET, UN ABOGADO QUE CATAPULTÓ EL FÚTBOL

Pero, ¿quién fue ese hombre que llevó el balompié  al lugar primordial que hoy en día ocupa entre todos los deportes?.

Jules Rimet nació el 24 de octubre de 1873 en Theuley-lès-Lavancourt, en el departamento francés de la “Haute-Saône” y murió el 16 de octubre de 1956. Abogado de profesión, el fútbol ocupó plenamente toda su vida de adulto. Fundó el Red Star francés en 1897, presidió la Federation Française de Football desde 1919 hasta 1942 y la FIFA durante más de treinta años: desde 1921 hasta 1954. Y fue el incansable promotor de la Copa del Mundo de Fútbol superando múltiples dificultades entre gobiernos, federaciones, jugadores y Comité Olímpico, hasta ver realizado su deseo en aquella primera edición de 1930 en Uruguay, después de que acabaran renunciando a su organización otros aspirantes como Suecia, Holanda, Hungría, Italia y España. Entonces, en un Congreso previo en Barcelona (1929) y en atención a las tesis de los defensores de un olimpismo  radicalmente “amateur”, se tuvieron muy en cuenta las palabras del belga  Rodolphe William Seeldrayers quien argumentó: “Dado que el fútbol ya ha sido acusado repetidamente de estar dirigido bajo consideraciones financieras, nosotros debemos esforzarnos en no dar pie a estas ideas.” Bueno…Habría que ver que opinaría el hombre, hoy en día.

Jules Rimet permaneció hasta los 11 años de edad en su pequeña localidad natal, junto a sus dos hermanos y sus dos hermanas. Buen estudiante y alumno tenaz, consiguió un Primer Premio en el Certificado de Estudios Primarios. Y nunca dejó de ayudar a su padre detrás del mostrador de su tienda de comestibles, ni a su abuelo materno en el molino propio, cargando, descargando y repartiendo sacos de harina. Entonces, nadie habría soñado siquiera su profunda relación futura con un deporte que era un perfecto desconocido para la mayoría de la gente, incluido el propio  Rimet.

La guerra franco-prusiana, que había terminado unos años antes, condujo a Francia a una depresión agrícola importante que empujó progresivamente a la gente del campo hacia las grandes ciudades y especialmente hacia la capital Paris. Los padres de Jules no fueron una excepción. Emigraron a la metrópoli y se instalaron en la calle Cler, en el corazón mismo del barrio popular de Gros-Caillou. Había que trabajar duro para intentar hacer fortuna. En 1885, cuando el joven Rimet cumplía 12 años y acababa de hacer la Primera Comunión, se reunió con sus padres en la gran capital. Allí, en la explanada de los Invalides, cerca del domicilio familiar, hizo sus primeros partidos en un fútbol muy rudimentario. Y como colofón a su fuerza de voluntad, trabajando durísimo de día y estudiando por la noche, finalizó los estudios de bachillerato y se licenció en Derecho. Gracias a sus conocimientos  y tras un tiempo en calidad de pasante en el despacho de un letrado cercano a la Bolsa, pudo convertirse en asociado de un importante Gabinete de abogados especializados en la política recaudatoria. 

DEMÓCRATA-CRISTIANO

Debido a su formación católica, bajo los auspicios de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, Jules Rimet se inscribió en la militancia de la Democracia Cristiana, entendiendo que se situaba entre los católicos contra-revolucionarios e intransigentes y los republicanos anticlericales. Creía firmemente en una reforma legislativa capaz de favorecer una alianza favorable entre la Iglesia y el pueblo. En 1890 reunió a sus
correligionarios y les propuso la creación de una revista social, católica y demócrata. Se llamaría simplemente “La Revista” y estaría dedicada a la reforma social que él entendía debía ser prioritaria sobre la caridad. En ella, llegó a firmar diversos poemas con algunas reflexiones como las de que “la Fe y el Honor caen en el olvido; el oro es el Rey y nosotros simplemente sus esclavos”. Metido de lleno en esta cruzada y tras contraer matrimonio con Jeanne Peyrègne, el 22 de octubre de 1898, se une a su amigo y compañero Georges Delavenne  para, a través de las prácticas atléticas, emancipar a las juventudes obreras y bajo un plan colectivizado, acercar a todas las clases sociales. Para ello entendió que lo mejor era crear un club deportivo a través del cual llegar hasta las más altas cotas de influencia, en todo el país.. Y así nació, en 1897, el Red Star Club.

Jules Rimet no había sido un deportista de alto nivel. Nunca lo fue. Practicó esporádicamente la esgrima y el atletismo y al margen de aquellos partiditos de niños en los Invalides, no jugó un encuentro de fútbol relativamente serio más que para hacer el favor de sustituir a un amigo lesionado o ausente. Pero, en cambio, le apasionaba la oportunidad de participar activa y principalmente en le gestión de un club.

Diez años antes se había fundado en Francia la U.S.F.S.A. –“Union des Sociétés Françaises des Sports Athlétiques”- bajo la premisa de reglamentar y adaptar al país los diferentes deportes que habían nacido y se practicaban en las escuelas públicas inglesas. Entre ellos, en un principio, no tuvo lugar el fútbol, considerada una práctica poco recomendable a causa de su violencia pero, sobre todo, porque en Inglaterra, en esta especialidad, cada vez iba tomando mayor fuerza el profesionalismo. Cuando el Red Star vio la luz no había mas de 30 clubes en Francia que jugaban al fútbol y casi todos ellos formados por ciudadanos llegados desde Inglaterra. Las sociedades más importantes, como el Racing Club de Paris o el Stade Français crearon muy a contracorriente sus equipos de fútbol. Pero como sea que  el primer campeonato organizado en Francia lo tutelaba la U.S.F.S.A., Jules Rimet inscribió su Red Star en esa asociación de la que muy pronto llegó a ser un influyente miembro de la Comisión de Carreras a pie y, convertido en Secretario, creó el primer “cross-country” organizado en el país.

El fútbol, a pesar del puritanismo imperante en la época, iba creciendo. Desde 1872 Escocia e Inglaterra venían enfrentándose regularmente, al menos una vez al  año. Austria e Hungría hacían lo propio desde 1902. Francia jugó contra Bélgica en Bruselas, en 1904. Así las cosas comenzó a tratarse seriamente la posibilidad de crear un organismo encargado de controlar y desarrollar el fútbol a nivel mundial. Por esta razón, el 21 de mayo de 1904, en el 229 de la calle Saint-Honoré, de Paris, sede social de la U.S.F.S.A., nació la FIFA , bajo los auspicios de Robert Guerin, secretario general de aquella y C.A.W.Hirschman, que lo era de la Federación de Fútbol de Holanda. El acto de fundación de la FIFA lo firmaron poderhabientes de siete países: Francia, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Suecia, Suiza y España. Todos ellos representados por sus respectivas federaciones, excepto nuestro país por el que, dado que se carecía en aquel tiempo de asociación propia,  firmó el Madrid Football Club.

TENIENTE LAUREADO Y PRESIDENTE DE LA FIFA

Dos años más tarde, el grupo mayoritario de clubes franceses decidió separarse de la U.S.F.S.A. y crear  una “federación para el fútbol y los futbolistas”, naciendo así la LFA (Ligue de Football Association) de la que Jules Rimet es el presidente y que se unió a un llamado Comité Français Interfederal que era miembro de la FIFA desde 1906.  Esto ocurría el año 1910 y la primera gran Guerra (1914-18), impidió su total consolidación. Terminada la misma,  la LFA se convirtió, en 1919, en la Federación Francesa de Fútbol, continuando Jules Rimet en calidad de presiente. Durante la guerra, y ya con 40 años de edad, había sido destinado al 22 Regimiento Territorial de Infantería, con base en Rouen, siendo nombrado sargento al primer año. Luego fue subteniente y acabó en calidad de teniente y por méritos en el frente, con la Legión de Honor colgando de su pecho.

Durante todo el conflicto bélico Jules Rimet siguió trabajando  para llevar al fútbol hasta el último rincón del planeta. En  el Congreso  de 1920, Jules Rimet fue designado candidato único a la presidencia de la FIFA y nombrado oficialmente presidente un año mas tarde, el 1 de marzo de 1921. La Copa del Mundo seguía siendo su gran sueño. Como se ha dicho en principio, no fue hasta 1930 que pudo ver este sueño convertido en realidad. Otro de sus sueños era llegar a organizar el torneo en suelo francés, cosa que logró en 1938, dos años mas tarde de ser designado sede oficial en el Congreso de Berlín de 1936.  Pero para poder ver a los mejores jugando en Francia, Jules Rimet hubo de apelar a toda su influencia política a fin de que el estadio de Colombes fuera ampliado hasta poseer una capacidad de 60.000 localidades y el resto de las sedes fueran modernizadas con tal de acoger decorosamente a las delegaciones extranjeras que, de otro modo, se negaban a viajar a Francia. Rimet obtuvo del Estado los recursos suficientes para poner al día los campos de Antibes, Bordeaux, Le Havre, Marseille, Strasbourg, Reims y Toulouse. Pero la guerra civil española y la incertidumbre internacional acerca de una tensión que poco mas tarde acabaría en la eclosión de la Segunda Guerra Mundial, ensombreció un tanto la felicidad de Jules Rimet quien no obstante tuvo la alegría de ver como su nieto Yves, era el encargado de efectuar el sorteo de los partidos de la Copa del Mundo de Francia, en la Quai d’Orsay.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes ocuparon Paris en 1940 y Rimet, como presidente de la Federación Francesa y una vez firmado el armisticio, tuvo una primera reunión con el fin de poder continuar haciendo posible los encuentros deportivos. Tiempos duros, de dificultades inmensas. El país dividido en tres zonas no permitía los desplazamientos entre una y otra mas que con salvoconductos muy especiales y de enrevesada obtención. Además, aparte de los perdidos en combate, un millón y medio de soldados franceses cayeron prisioneros de los alemanes, entre ellos muchos futbolistas. Por todas estas razones, Rimet decidió dejar Paris e instalar la sede federativa en Marsella que estaba en la zona sur, llamada “libre”. A pesar de ello, como presidente de la Federación Francesa hubo de pactar con el Comisario General de Educación Física y Deportes, del régimen del mariscal Pétain, en Vichy, -a la sazón un ex-tenista de los llamados “mosqueteros”, Jean Borotra- reacio a admitir un fútbol con la participación de jugadores profesionales y que llegó a decretar que un juego entre “amateurs” no podía durar hasta los noventa minutos, estableciendo la duración de los mismos en ochenta minutos, así como la revisión de todos los contratos profesionales. Jules Rimet, después de haber luchado tanto, desde 1919, para consolidar un fútbol dentro de sus principios fundamentales, ya ampliamente aceptados, presentó su dimisión como presidente de la Federación Francesa, aunque continuó como Presidente de Honor y representante a nivel internacional.

Liberado Paris, en 1944, Jules Rimet recuperó su sillón presidencial  en la Federación Francesa de Fútbol. Y meses más tarde el Consejo Nacional, en su primera reunión tras cinco años de guerra, decidió otorgar a la Federación, como organismo  autónomo, toda la responsabilidad sobre un fútbol que no tan solo ha recuperado su calidad de profesional sino que la ha reforzado. Rimet puede entonces exigir  todo el apoyo moral y material de los poderes públicos.

LA COPA JULES RIMET

Copa Jules Rimet

Tras el cese definitivo de las hostilidades a nivel mundial, la FIFA vuelve a reunirse en el Congreso de Luxemburgo de 1946.  Allí se decide que en 1949 la Copa del Mundo se juegue en Brasil, cosa que va a suceder pero un año mas tarde, en 1950, debido a lo complejo que aun resultaba la composición y desarrollo de los grupos previos. Por cierto y como es bien sabido (antes del título mundial obtenido recientemente en Sudáfrica), en aquella edición se obtuvo la mejor clasificación de España en una fase final, cuarto puesto, con aquel legendario gol de  Zarra a Inglaterra. En aquella misma cita de Luxemburgo, que suponía el vigésimoquinto aniversario de la presidencia de Jules Rimet al frente  de la FIFA, todos los delegados, por unanimidad, acordaron que la Copa del Mundo de Fútbol iba a llamarse “Copa Jules Rimet”.

En 1949, Rimet viajó al Brasil para preparar el Mundial del año siguiente. La recepción al que fue calificado de “Papa del fútbol”, resultó infinitamente superior a lo que podía esperarse. Nadie, ni los propios franceses, habían imaginado nada igual. Los profesores de francés tuvieron trabajo extra a partir de entonces. Francia hubo de enviar al vasto estado sudamericano, “refuerzos” inmediatos. Jules Rimet visitó Rio de Janeiro y las obras del que iba a convertirse en el campo de fútbol mas colosal del planeta: Maracaná, capaz para 200.000 espectadores. Coliseo que luego se ha modernizado y reducido su aforo. El Gobierno del Brasil otorgó a Jules Rimet honores de Jefe de Estado y  le nombró  “Comandante de la Orden du Cruzeiro do Sul”, la mayor distinción nacional.

Diez meses más tarde Jules Rimet dejaba la presidencia de la Federación Francesa. La prensa escribió entonces que “será difícil  olvidar los buenos y leales servicios prestados a la causa del fútbol por el presidente Rimet.” Pero al frente de la FIFA todavía le quedó tiempo de influir en dos decisiones que, hoy en día, pueden parecernos una futilidad pero que tuvieron su trascendencia: En la Copa del  Mundo todos los  postes de la portería debían ser cuadrados…y los jugadores, todos… ¡calzados!. Esto último iba especialmente dedicado a los futbolistas de la India, cuya mayoría seguían jugando descalzos.

El 21 de junio de 1954, en Berna, Jules Rimet dejó de ser presiente de la FIFA y en su lugar fue elegido un viejo camarada, R.W. Seeldrayers, miembro fundador de la “Unión Real Belga de Clubes de Fútbol”. De su sucesor, dijo Rimet que se trataba de un hombre con “una mano de terciopelo enfundada en un guante de hierro”.

El señor Jules Rimet cesó en la  presidencia de la FIFA con 81 años de edad y, naturalmente, fue nombrado Presidente de Honor. Durante su mandato llegó a decir, con razón, dado el paso de gigante efectuado desde que accedió al cargo, una frase bien conocida en la Historia de España: “En el mundo del fútbol nunca se pone el sol”.

Y para la Historia, en general, las palabras que, probablemente, más y mejor definen el principal ideal de toda su obra: “QUIERO EL ENTENDIMIENTO Y LA PAZ EN EL MUNDO DEL FÚTBOL”. 

Pues, eso…¿Que les parece que diría hoy, el caballero, de seguir entre nosotros?.



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