jueves, 10 de enero de 2013

KARL-HEINZ RUMMENIGGE

El alemán más latino
DE ARTISTA DEL BALÓN A BRILLANTE EJECUTIVO


Con la tremenda algarabía suscitada por el record - uno más - de Messi, al batir el número de goles de Gerd Müller en un año natural,  se ha hablado mucho del “Torpedo” y poco - apenas nada - de otros grandes de aquel mismo Bayern de Munich que reinó y asombró en su época a los aficionados del mundo entero. Uno de ellos, por ejemplo - y al que me parece justo recordar aquí, mitigado ya el primer impacto del goleador Müller - puede ser Rummenigge, otro auténtico fenómeno. Por cierto que hay que decir que Messi le ha dedicado a Müller una de sus camisetas actuales, con estas palabras:“mi respeto y admiración”. Camiseta que Sandro Rosell se ha encargado de hacer llegar al legendario jugador alemán, en nombre del FC Barcelona y del mismo Leo.

Nacido el 25 de septiembre de 1955 en Lippstadt, Kart-Heinz Rummenigge está considerado por la gran mayoría de analistas, como uno de los 20 mejores jugadores del siglo XX.

Fue un delantero polivalente, capaz de entrar por ambas bandas y/o por el centro. Medía 1,82 metros de estatura y pesaba 74 kilos. Una relación armónica que le permitía ser, a la vez que un fenómeno de exhuberancia atlética, un futbolista estilizado, al tiempo que vigoroso, ágil y de gran flexibilidad.  También goleador contrastado –poseía un gran sentido de la eficacia amparado, además, en una potencia de golpeo de balón fuera de lo común- marcó 162 tantos a lo largo de 310 partidos en la Bundesliga, 45 más en 95 partidos con la selección nacional alemana y 9 en fases finales de la Copa del Mundo. Estuvo en tres de ellas -1978 (Argentina), 1982 (España) y 1986 (Mexico), disputando el encuentro final en las dos últimas. El año 1986, menguado por una serie de lesiones que anticiparon su declive natural, en  aquel partido decisivo marcó un gol aunque no sirvió para derrotar a la Argentina de Maradona, Batista, Valdano, Ruggeri y compañía que ganaron por 3-2. Pero “Kalle” – así le apodaban-  se había coronado campeón de Europa de Naciones en 1980, actuó en 54 ocasiones como capitán de su selección y fue galardonado en dos oportunidades como “Balón de Oro”: 1980 y 1981. En la primera de estas distinciones, sumó 122 votos sobre un total de 125 posibles. Con su equipo el Bayern de Munich ganó en dos oportunidades la Bundesliga –las mismas temporadas en las que fue designado  mejor jugador europeo- dos veces la Copa de Alemania y se proclamó máximo goleador hasta en tres ocasiones: 1980 (26 goles), 1981 (29 goles) y 1984 (26 goles).

Sus últimos cinco años como jugador en activo los pasó en Italia (Inter de Milan, 1984-87) y Suiza (Servette de Ginebra, 1988-89). En Italia firmó 24 goles en la Liga y en Suiza, otros 24 el último año.

Sumando todo lo dicho Kart-Heinz Rummenigge llegó a jugar,  a lo largo de 15 años como profesional, 424 partidos en primera división, con la nada desdeñable proporción de más de medio gol por encuentro: 220 en total. Sin duda el día más triste de su vida deportiva tuvo lugar el año 1987, en ocasión de su retirada como jugador luciendo los colores el Servette. Apenas acudieron al campo  unos 2200 espectadores.

Pero la valía de un jugador de fútbol, no debe juzgarse únicamente por sus cualidades individuales, con ser éstas, muchas, en el caso del hombre que nos ocupa. Hay que tener en cuenta,  asimismo, su entrega, su disposición, su capacidad de liderazgo, la influencia que ejercía entre sus compañeros y el temor y respeto que infundía a sus adversarios. Atesorando todas estas virtudes, “Kalle” ha sido, pues, uno de los más grandes. Y desde el punto de vista de la plástica, tan peculiar en su juego como en su físico. Poseía la potencia física típica del jugador alemán a lo que unía su poderoso disparo y un toque de balón dúctil, preciso, elegante, más propio del fútbol latino. Por eso, desde la óptica de lo táctico,  le permitía aparecer de improviso por el centro de la delantera o abrir el campo por cualquiera de las dos bandas, preferente por el ala derecha que es, en realidad, donde se reveló y se convirtió en uno de los máximos exponentes, así como referente  de toda una generación.

            Los aficionados españoles –de una cierta veteranía, claro- recordarán, sin duda, su presencia en el Mundial disputado en nuestro país (aquel del “Naranjito”), al que Rummenigge llegó  lesionado. Por ello apenas le daban los minutos llamados de “la basura” o “de relleno”, si lo prefieren. En una de las semifinales disputada en Sevilla, bajo el calor del mes de julio  y las palmas de ese público local fantástico y entregado, Francia y Alemania  llegaron al término de los 90 minutos, empatados a un gol. En la prolongación los galos se adelantaron por 3-1 y el seleccionador alemán dispuso el cambio de Briegel por Rumennigge que entró en el campo con un protector compresivo cuidando su muslo maltrecho. A pesar de ello –y ahí viene la personalidad y la categoría de “Kalle”- los “bleus”, que contaban con Platini, Amoros, Tresor, Giresse, Rocheteau y demás figuras también históricas, se encogieron, temerosos. Alemania, con su “crack” (marcó, apenas aparecer sobre el terreno) logró empatar a tres goles  y forzar los penaltis que acabaron ganando los alemanes en una segunda tanda. Rummenigge transformó el suyo. En la final, contra Italia, “Kalle”, muy disminuido físicamente no pudo terminar y fue sustituido, precisamente, por Müller.

            Fue uno de esos fenómenos que llevaba grabado en la frente su futuro de gran jugador. Con 16 años marcó la escalofriante cantidad de 72 goles en una temporada con el equipo amateur de su pueblo, Lippstadt. No era pues, en absoluto descabellado, predecir su inmediato pase al equipo alemán de moda en aquel momento: el Bayern de Munich. “Kalle” llegó al máximo equipo de Baviera, en 1974, con 19 años de edad. Tardó un año en lograr su plaza de indiscutible titular. Durante el mismo incluso le tocó llevar la maleta de las grandes figuras del momento, con el  ”Emperador” Franz Beckenbaur al frente. En 1976 ya ganó su primera Copa de Europa (1-0 al Saint Étienne, en el Hampden Park de Glasgow). Y la aderezó con la Copa Intercontinental (3-2 en el partido de desempate, al Cruzeiro brasileño). Y el mundo del fútbol comenzó a maravillarse con aquel estilizado chaval de 20 años capaz de plantarse con ventaja a la búsqueda de cualquier balón que le sirvieran sus compañeros, en ataque. Nada importaba su posición, la zona a la que llegaba la pelota,  ni siquiera si tenía que alcanzarla con movimientos casi de puro acróbata. Sus 95 partidos con la selección le han convertido en el sexto jugador que más encuentros ha disputado vistiendo los colores nacionales de Alemania y en el  cuarto goleador de su historia,  por detrás de “Torpedo” Muller, Rudi Völler, Jürgen Klinsman y por delante del mítico Uwe Seeler.

            Cuando en 1977 se retiró Franz Beckenbauer, el equipo se resintió alarmantemente y pasó tres años en blanco hasta que apareció el mejor Rumennigge y lo devolvió a la elite. Por eso cuando el “Kaisser” llegó a la presidencia del equipo –después de haber pasado fugazmente por el banquillo- quiso tener a “Kalle” a su lado. Desde 1991 hasta 2002 fue vicepresidente. Después, asimismo director y principal ejecutivo de una sociedad filial denominada “FC Bayern München AG”, que tiene a su cargo velar por la economía del club en todos los órdenes así como gestionar las actividades del espectacular Allianz Arena construido en 2005 y que los propios ciudadanos de Munich decidieron que debía sustituir al, en su momento, también espectacular Estadio Olímpico. Por su fisonomía, original y cómoda, los alemanes le denominan, simpáticamente, “Schlauchboot” que viene a ser algo así como “bote hinchable”.

            Con Rummenigge al frente del ejecutivo, otro histórico ilustre Uli Hoeness, como manager y la gran figura de Beckenbauer, el mejor futbolista de la historia de Alemania, en la presidencia, el club de Baviera se convirtió en el octavo club más rico del mundo. Y lo que es más importante, de los más rentables. Cuando en el año 2006, el club triplicó su cifra de negocios en los últimos diez años, Rummenigge, muy metido en su función de brillante ejecutivo, manifestó: “Nos sentimos muy orgullosos de nuestros resultados. Nunca caeremos en la tentación de gastar más de lo que ingresamos, como, por ejemplo, nuestros colegas españoles o italianos…” Gran jugador en su momento, es, hoy en día, el presidente responsable de una ejecutoria rigurosa y ejemplar.

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