miércoles, 31 de agosto de 2011

Esa guerra que engaña...destruye


Vaya mi enhorabuena para Mónica Planas, periodista del diario Mundo Deportivo, que en su sección habitual dedicada a la TV dice verdades como puños. Otros no se atreven. O no lo estiman políticamente correcto.

Mónica expone claramente lo que piensa del proceder de individuos como Pedrerol, Roncero, Siro López, Frederic Hermel, etc. Por cierto que yo no comprendo como un periódico serio y prestigioso como “L´Équipe francés, mantiene en calidad de corresponsal en España a un tipo como este Hermel, que emponzoña el verbo cada vez que se refiere al Barça, con su censurable y execrable verborrea. No creo que este deba ser su cometido. Antes al contrario, pienso que su labor debería centrarse en emitir juicios serios, honestos y equitativos. Decir las verdades, vengan de donde vinieren,  en lugar de coleccionar mentiras. En fin, doctores tiene la Iglesia…Por cierto –lo desconozco y por ello no lo afirmo, tan solo lo cito con todas las dudas y perplejidad que me dejan la incertidumbre-  alguien me comenta que este Hermel,  de la mano de Zidane, sacia su sed de malignidad en la fuente de Florentino. Verán… Si por casualidad alguno de sus amigos-caso de que los tenga- lee estas líneas, me atrevo a sugerirle que le recuerde que la recompensa del mentiroso es no ser creído…aunque alguna vez le dé por decir la verdad.

Bien cierto es que los hombres se cansan antes de dormir, cantar y bailar, que de hacer la guerra. Será por eso, que en otra tertulia madrileña, Marca TV y en sus columnas escritas en el diario del mismo nombre, otro personaje de idéntica laya que los citados, José Vicente Hernáez –a quien conocí de muy joven y no acierto a comprender la razón de cambio tan radical- arremete contra el Barça y los catalanes, con desprecio enfermizo. Pero a éste, lo que le duele, es aquello que canta Llach – “el meu país es tan petit…”-y que de vez en cuando recuerda Guardiola. Por cierto, un país tan pequeño  le abrió los brazos y le dio la mano para ayudarle a crecer –y mucho- a un familiar suyo de primerísimo línea: Antonio. Y a él mismo  le permitió escribir sus primeras líneas en aquel entrañable periódico deportivo llamado “Dicen…”





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