Me gustan los toros. Lo confieso…Soy catalán. Muy catalán. Lo reitero. ¿Por qué no pueden ir unidos ambos conceptos?.
Los domingos por la noche tengo la buena costumbre -¿o mala?- de escuchar el programa de Manolo Molés dedicado a la tauromaquia. Siempre me entero de la última noticia y a menudo estoy de acuerdo con algunos de los postulados –eso si, específicamente taurinos- que esgrimen, tratan y desmenuzan.
El domingo pasado fuí a la Monumental. No podía faltar a una cita como esta. Mi padre me llevó a este escenario, por vez primera, cuando yo tenía cuatro añitos. Por eso no podía estar ausente el día que, al menos por ahora, se acababan las corridas de toros, en Catalunya. Que no las fiestas con toros que seguirá habiéndolas y de muy diversa índole. Y esto es lo que no acierto a comprender.
Pero ese día por la noche Manolo Molés, empeñado desde siempre, en que esta decisión del Parlament de prohibir la tauromaquia es de índole únicamente política, soltó más o menos esta frase: “En Catalunya prohíben los toros pero no les importa quedarse con los dineros sucios de Qatar”. Y se quedó tan ancho…
Molés es de Castellón y supongo que tendrá cariño a los equipos de fútbol de su tierra. Porque alguna vez también habla de fútbol y, a tenor de lo que viene diciendo y como lo dice, está muy claro cuales son sus colores. Pero en un programa taurino, que se los guarde. Puede opinar como quiera de la razón por la que el Parlament ha prohibido los toros. Y punto…No tiene bula para ofender ni siquiera molestar. Y la referencia a Qatar, por como lo dijo y por el tono, no tenía otro objetivo que incomodar. En esta guerra no pinta nada Qatar, ni el Barça ni el fútbol. Nada tiene que ver una cosa con otra. Meterlo todo en el mismo saco con el objetivo de molestar a todo un pueblo, haciendo política separadora cuando lo que critica, precisamente, es una política presumiblemente separatista, no es de recibo. Ni se lo debemos consentir. Como soy asiduo oyente suyo me consta que esta no es la primera vez –ni probablemente tampoco sea la última-que se le ve el plumero.
La guerra taurina viene de lejos. De muy lejos. Y no nació precisamente en Catalunya donde durante muchos años –décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo-la plaza Monumental se convirtió en la primera del mundo. Donde se programaban más y mejores carteles. Triunfar aquí era abrir la puerta a todos los escenarios. Los que fueren, Madrid y Sevilla incluidos. Yo comencé con el impagable duelo entre Manolete y Arruza y desde entonces he vivido todos los duetos, incluidos aquellos añorados años cincuenta en que los novilleros Bernadó y Chamaco abrían la Monumental una, dos y hasta tres veces por semana.
Tampoco se habla de la prohibición a la mujer a torear a pie, dictada por el antiguo régimen y que no se derogó hasta que el 15 de mayo de 1975 se permitió que la colombiana Bertha Trujillo, “Morenita del Quindio” figurara en un cartel de San Sebastián de los Reyes, junto a José Ortega Cano y Manolo Ortiz. Nunca oía nadie defendiendo los derechos y la libertad de la mujer.
Digo que la guerra de prohibir o no los toros viene de tan lejos que a principios del 1800 ya el Gobierno de Godoy prohibió las corridas, que no se reanudaron, al parecer, hasta después de la Guerra de la Independencia. Todo esto nada tiene que ver, lo se, con lo de ahora. Lo mencionó, únicamente , para que quede constancia que, por unas u otras razones, se trata de una cuestión…¡de siglos!.
Pero volvamos al día de hoy. Espero y confío, como aficionado, que esta suspensión sea transitoria y pueda reanudarse una Fiesta que nadie debe irrogarse y plantearse como seña de identidad de una nacionalidad u otra. Y mucho menos tratar este asunto con el desprecio y el matiz insultante de que hizo gala Molés y posteriormente Carlos Herrera, en Onda Cero, tratando de chusma nacionalista a quienes abogan para mantener esta prohibición. Herrera, profesional de la palabra, ha de cuidar su lenguaje. Es la obligación de todo comunicador. Los nacionalistas españoles –que los hay y son mayoría- merecen un respeto. Los que abogan y sienten otro nacionalismo –tan respetable como cualquier otro- son, según Herrera, gentuza, canallas y despreciable populacho.
Vamos a serenarnos todos. Hay canales y procedimientos para que cada uno solicite seguir adelante con sus postulados. Los que sean. Y que quien deba dictar justicia lo haga con toda imparcialidad y sin degradar ni insultar a nadie.
Y quede claro, una vez más, que a mi seguirá gustando ver corridas de toros en mi casa. Sin duda .E insisto, obvian insultos y lecturas subterráneas.
Qatar, señor Molés, nada tiene que ver en todo esto. Hay otros fueros para discutir acerca de este país y a ellos, si le parece, podemos acogernos. Personalmente estaría encantado de poder hacerlo, sin odio, rencor, ni mala voluntad.
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